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martes, 22 de enero de 2013

Tribunal de Estrasburgo: Las creencias religiosas de un trabajador no pueden usarse para discriminar a las parejas del mismo sexo

Las creencias religiosas de una persona no son motivo para discriminar, afirmó el Tribunal Europeo de Derechos Humanos con sede en Estrasburgo, Francia.


El Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha rechazado los recursos de Lillian Ladele y Gary McFarlane, dos ciudadanos británicos que fueron despedidos de sus trabajos por discriminar a parejas del mismo sexo y que habían recurrido al alto tribunal europeo argumentando que fueron ellos los discriminados por sus creencias cristianas. Una noticia que ha quedado ensombrecida por la sentencia favorable a una trabajadora de British Airways despedida por lucir un crucifijo en su horario de trabajo, pero que es de gran calado para los derechos LGTB.

Se trata de dos procesos sobre los que existían serios temores, ya que en una hábil maniobra de imagen los recursos de Ladele y McFarlane fueron presentados junto a los de otras dos personas despedidas por negarse a quitar un crucifijo del cuello durante su horario de trabajo. Los cuatro casos, pese a ser absolutamente independientes, fueron presentados de forma conjunta en un intento de equipararlos y crear la sensación de que efectivamente existe una persecución hacia los valores cristianos en Reino Unido que va desde el rechazo a los crucifijos hasta la supuesta imposición de la obligación de celebrar uniones entre personas del mismo sexo.

Los dos casos fueron recogidos en su momento por dosmanzanas. Uno es el de Lillian Ladele, una funcionaria despedida por el Ayuntamiento de Islington (al norte de Londres) por negarse a registrar uniones civiles entre personas del mismo sexo. Dos tribunales de apelación desestimaron sendos recursos de Ladele, al considerar que en el ejercicio de sus funciones como servidora pública esta no podía negarse a atender a ningún ciudadano en base a su orientación sexual. Ladele recurrió después a la Corte Suprema del Reino Unido, que ni siquiera tomó el caso en consideración. El segundo caso es el de Gary McFarlane, terapeuta sexual y de pareja, despedido por la organización para la que trabajaba por negarse a prestar sus servicios a parejas del mismo sexo. McFarlane recurrió argumentando que la obligación de atender a parejas homosexuales chocaba con sus creencias cristianas. El juez de la Corte de Apelaciones que denegó su recurso consideró que McFarlane tiene todo el derecho del mundo a tener sus creencias, pero que en ningún caso el cumplimiento de la ley puede ser supeditado a estas, y la legislación británica es clara al respecto: negarse a prestar un servicio por razones de orientación sexual es ilegal.

Ladele y McFarlane recurrieron a Estrasburgo junto a Nadia Eweida y Shirley Chaplin, la primera de ellas despedida por British Airways y la segunda cambiada de puesto de trabajo por un hospital de Exeter por no quererse quitar un crucifijo del cuello, tal y como exigía la uniformidad de sus trabajos. Dos situaciones que como señalábamos en septiembre no parecen comparables, por discutibles que sean, a la discriminación de personas homosexuales que pretendían justificar Ladele y McFarlane. En estos dos últimos casos el alto tribunal europeo ha considerado que la justicia británica actuó adecuadamente al proteger el derecho de las parejas del mismo sexo a no ser discriminadas por razones de orientación sexual.

Jueces discrepantes

El Tribunal Europeo de Derechos Humanos, de hecho, ha dado únicamente la razón a Nadia Eweida, la despedida por British Airways. Su historia ha sido ampliamente recogida por medios generalistas, que sin embargo han dejado en un segundo plano los fallos referidos a la discriminación homófoba. En caso de que el tribunal hubiera dado la razón a Ladele y/o a McFarlane se hubiera sentado un peligrosísimo precedente.

De los siete jueces que han emitido la sentencia, cuatro han emitido votos discrepantes, aunque de contenido opuesto. Dos de ellos, el islandés David Thór Björgvinsson y el británico Nicolas Bratza, ni siquiera consideran que en el caso de Nadia Eweida sus derechos hayan sido vulnerados. Otros dos, el montenegrino Nebojša Vučinić y el maltés Vincent A. de Gaetano, por el contrario, daban la razón también a Lillian Ladele, además de a Eweida.

El Vaticano se opone al Fallo


Refiriéndose a estas dos sentencias, el secretario de Asuntos Exteriores del Vaticano, Dominique Mamberti, estimaba el pasado 9 de enero en Radio Vaticano que “las cuestiones relativas a la libertad de conciencia y de religión son complejas, en particular en una sociedad europea marcada por el incremento de la diversidad religiosa y el correspondiente endurecimiento de la laicidad”. Sin embargo, a pesar de esa complejidad, el arzobispo cree que “en cuanto a temas morales polémicos, como el aborto o la homosexualidad, la libertad de conciencia debe ser respetada”.

No dudó el arzobispo en calificar las sentencias de “erosión de la libertad de conciencia”, situando a esta por encima de cualquier otra consideración al argüir que “todas las personas, sin importar sus creencias, tienen, por medio de su conciencia, la capacidad natural de distinguir entre el bien y el mal, y deben actuar en consecuencia. Ahí está la fuente de la verdadera libertad".

¿Y usted qué opina?

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