Las iglesias evangélicas de las ciudades se lanzaron a las calles del centro de la ciudad para dirigir a la multitud de fieles a: “Marcar posición de principios que defendemos: unidad del pueblo de Dios (…) en favor de la libertad de expresión, de la libertad religiosa, de la familia tradicional y la vida”, dijo el pastor Silas Malafaia, de la Iglesia Asamblea de Dios y organizador de la marcha.
“Decimos no al pecado, no a la corrupción, no al homosexualismo. Decimos: sí a Jesús”, dijo uno de los participantes.
Unos 100.000 evangélicos se manifiestan en Río contra la reciente legalización del matrimonio igualitario en Brasil que se obtuvo por la vía judicial.
“Decimos no al pecado, no a la corrupción, no al homosexualismo. Decimos: sí a Jesús”, dijo uno de los participantes.
Unos 100.000 evangélicos se manifiestan en Río contra la reciente legalización del matrimonio igualitario en Brasil que se obtuvo por la vía judicial.
Noticia Dos Mannzanas
Podríamos decir que no se trató tanto de una manifestación convocada expresamente contra el matrimonio igualitario como de una constatación de la rotunda oposición al mismo de buena parte de las iglesias evangélicas de Brasil, fuerza en ascenso que agruparía ya a un quinto de la población brasileña (en detrimento del catolicismo, religión mayoritaria pero que se encuentra en retroceso demográfico).
Habrá que ver si la vuelta atrás es posible, pero lo cierto
es que dados los antecedentes de sentencias previas favorables al matrimonio
igualitario, y teniendo en cuenta el hecho de que el Supremo Tribunal Federal
comparte presidente con el Consejo Nacional de Justicia, parece poco probable
que el recurso prospere.
Cerca de 100.000 personas convocadas por diversos grupos
evangélicos mostraron el sábado en Río de Janeiro su oposición al derecho de
las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio, reconocido muy recientemente en ese país. La
convocatoria coincidió con la denominada “Marcha por Jesús”, un evento que
anualmente congrega a decenas de miles de fieles evangélicos de todo el país.
Podríamos decir que no se trató tanto de una manifestación convocada expresamente contra el matrimonio igualitario como de una constatación de la rotunda oposición al mismo de buena parte de las iglesias evangélicas de Brasil, fuerza en ascenso que agruparía ya a un quinto de la población brasileña (en detrimento del catolicismo, religión mayoritaria pero que se encuentra en retroceso demográfico).
Y es que el pasado 14 de mayo el Consejo Nacional de
Justicia de Brasil, órgano de gobierno del poder judicial, decidía por 14 votos
contra 1 emitir una orden que obliga a los registros civiles de todo el país a
adoptar un único criterio y registrar los matrimonios entre personas del mismo
sexo. La orden venía a despejar la situación jurídica existente hasta entonces
en Brasil, donde 13 jurisdicciones (12 de los 26 estados y el Distrito Federal)
reconocían ya el matrimonio igualitario. El goteo de territorios había sido
creciente desde que el Supremo Tribunal Federal de Brasil se pronunció en mayo
de 2011 a favor del derecho de las parejas del mismo sexo a constituir una
unión estable con los mismos derechos que los de los matrimonios
heterosexuales. Aquel histórico fallo no suponía la legalización explícita del
matrimonio entre personas del mismo sexo, pero sí de todos los derechos
derivados del mismo. La decisión consolidó, por ejemplo, el fallo del Tribunal
de Justicia Superior (junto al Supremo Tribunal Federal, una de las dos
instancias judiciales más importantes del país) que ya un año antes había abierto
la puerta a las adopciones homoparentales.
Desde entonces se han ido acumulando tanto sentencias
judiciales como decisiones de las diferentes administraciones de justicia
favorables al matrimonio igualitario. En junio de 2011, dos tribunales, uno en São
Paulo y otro en Brasilia, reconocían los dos primeros matrimonios entre
personas del mismo sexo, uno gay y otro lésbico. Era el comienzo de un lento
pero progresivo goteo de parejas que poco a poco han ido viendo reconocidas sus
uniones estables como matrimonios en diferentes puntos del país. En octubre de
2011 era el Tribunal de Justicia Superior el que se pronunciaba: el fallo
señalaba que es perfectamente constitucional que dos personas del mismo sexo
puedan contraer matrimonio, por lo que autorizaba que dos mujeres que convivían
desde hace cinco años se convirtieran en esposas.
Más allá de los casos individuales, en enero de este año era
la administración de justicia de estado de Alagoas la que emitía una orden que
permitía a las parejas del mismo sexo tramitar sus peticiones de matrimonio sin
necesidad de resolución judicial previa. Alagoas abrió el camino, pero
decisiones similares se adoptaban después en otros estados. Una situación que
apuntaba claramente hacia un reconocimiento territorial global. Según
informaciones de las que nos hicimos eco en su momento, el Supremo Tribunal
Federal tenía intención de pronunciarse de forma explícita sobre el tema, al
haber llegado hasta su jurisdicción el caso de otra pareja de Río a la que se
le negó el derecho a convertir su unión estable en matrimonio. Un fallo que en
nuestro conocimiento no llegó a producirse, aunque el dato que no deja de tener
su interés, dado que la decisión del Consejo Nacional de Justicia es recurrible
ante dicho tribunal. El PSC (Partido Social Cristiano), del que forma parte el
diputado evangélico Marco Feliciano (recientemente elegido presidente de la
Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados de Brasil) ya ha
planteado recurso en ese sentido.