Se acerca otro Halloween y entre
decoraciones de calabazas, arañas y murciélagos se pueden oír algunas voces que
satanizan, literalmente, esta celebración. Muchos fundamentalistas cristianos
alegan que detrás de Halloween está el mismo Satanás y han hecho curiosas
campañas para que los niños no participen en esta fecha. Por ejemplo, el pastor
evangélico Dawlin Ureña, famoso por sus “curiosas” declaraciones en internet
afirmo: “En realidad la celebración
llamada Halloween es el día más satánico en el calendario pagano. Ningún
cristiano debe participar en la celebración de las actividades llevadas a cabo
ese día. […]Durante la celebración de Halloween, los niños se visten de brujas,
duendes, fantasmas, pequeños demonios, y adivinos. Todos estos son
representantes del reino de las tinieblas”.
Las brujas, fantasmas y demonios
existen en las mentes nubladas en lugar de la realidad. A medida que la ciencia
ha avanzado hemos podido comprender que estos seres que tanto asustan a algunos
creyentes son tan solo seres imaginarios.
¿Qué tienen en común una lombriz
solitaria, un hongo del centeno y el virus de la rabia con las presuntas
posesiones demoníacas, las brujas y los vampiros? Al parecer nada. Pero
nuevamente encontramos que en el desconocimiento del mundo natural se encuentra
una de las razones de porque se cree en lo sobrenatural.
En 1692, en la ciudad de Salem, Massachusetts,
un grupo de niñas comenzaron a comportarse de manera extraña. Lloraban, se
quejaban de dolores extraños y andaban a cuatro patas. Una de ellas mencionó
que estaba bajo el hechizo de una bruja. Tras un interrogatorio se acusó a una
esclava de la isla de Barbados. Era fácil para los blancos cristianos afirmar
que las prácticas culturales y religiosas de las personas esclavizadas desde
África eran demoniacas (¡Lástima que no opinaron lo mismo de la esclavitud!).
Luego acusaron a una señora que no era querida por la comunidad y a una
prostituta. Lo que vino después fueron ahorcamientos y quemas por ser brujos o brujas.
En su momento culminante 200 personas terminaron pagando con sus vidas al ser
acusados de brujería.
Centeno con cornezuelo |
Pero a pesar de todas las ejecuciones
nunca hubo una bruja. La respuesta a los extraños síntomas se pueden encontrar
en el hongo Claviceps purpurea que
afecta al centeno. El centeno era parte importante de la alimentación de los
habitantes de Salem y este hongo microscópico genera toxinas que afectan al
sistema nervioso. Una de las toxinas es la ergotamina, que provoca
alucinaciones, visiones, insensibilidad cutánea y alteración de las
extremidades del cuerpo. La ergina y la ergonovina son similares al ácido
lisérgico (LSD) y actúan como alucinógenos. Otro tóxico es la cerealina que
provoca cambios en los ciclos reproductores y trae como consecuencia abortos. Los
abortos espontáneos fueron considerados obra del demonio por personas como el
mismo papa Inocencio VIII. La enfermedad que estaba detrás de los síntomas que
se adjudicaban a la brujería hoy se conoce como ergotismo.
Mucho antes, en 1486 apareció el
libro “Malleus maleficarum” escrito
por dominicos. El libro fue adquirido por el Santo Oficio en su pía labor de
eliminar la brujería del mundo cristiano. En este libro se dan como ciertos los
relatos de que las brujas vuelan en escobas, se comen a los niños pequeños,
causan tormentas de granizo y echan a perder las cosechas. ¿Cómo podría de otra
manera llegar una plaga a un cultivo o caer una granizada, a no ser por la
brujería?
Los juicios por brujería eran
todo menos justos. Tan solo una acusación bastaba para que alguien fuera
procesado. Si la persona no confesaba se consideraba que el diablo estaba muy
aferrado a ella. Pero la inquisición encontró en la tortura la herramienta para
lograr la confesión. Cuando por la desesperación la acusada confesaba, debía
luego incriminar a otra persona. Así se iniciaron cacerías de brujas que no
fueron más que asesinatos fomentados por la ignorancia, el fanatismo y la
envidia de vecinos celosos.
La Iglesia Católica tiene gran
culpa de estas masacres en haber creado la inquisición y haber mantenido estas
supersticiones, al extender creencias irracionales en demonios, espíritus y en
el diablo (¡Y mantiene aún sacerdotes exorcistas!). Fue el papa Inocencio VIII
quien en una bula de 1484 declaró: “Ha
llegado a nuestros oídos que miembros de ambos sexos no evitan la relación con
ángeles malos, íncubos y súcubos, y que, mediante sus brujerías, conjuros y
hechizos, sofacan, extinguen y echan a perder los alumbramientos de las
mujeres”
Infortunadamente hay personas que
todavía hoy creen en posesiones demoniacas. Incluso hay pastores y sacerdotes
que se autodenominan como exorcistas. Muchos de estos que afirman estar
poseídos si lo están, pero por gusanos de tenia o solitaria que han migrado al
cerebro. Una vez alojados allí el cuerpo lucha contra los parásitos rodeándolos
de una capa de calcio. Las estructuras calcificadas producen convulsiones que
en regiones pobres de Latinoamérica, Asia y África son interpretadas como
posesiones demoniacas. Un examen con un tomógrafo suele mostrar la verdadera
causa: Neurocisticercosis.
Pero las prédicas sobre
posesiones demoniacas son un negocio rentable. La Iglesia Universal del Reino
de Dios, conocida por su lema “Pare de sufrir” predica constantemente sobre los
demonios y su relación con las enfermedades tanto físicas como mentales. Hablan
incluso de demonios de pereza, de mal genio o de pobreza. Sus pastores
practican exorcismos con frecuencia mientras cobran el diezmo. Las prácticas de
esta iglesia han dejado a su líder y fundador, el obispo brasileño Edir Macedo
con una fortuna de 950 millones de dólares.
La noche de Halloween no quedaría
completa sin los vampiros. La fobia a la luz y el agua (fotofobia e hidrofobia
respectivamente) así como el aterrador impulso de morder de los acusados de
vampirismo no fue más que el resultado de epidemias del virus de la rabia. Un
virus de la familia Rhambdoviridae que causa encefalitis (inflamación del
encéfalo). El neurólogo Juan Gómez-Alonso encontró que en el siglo XVI, cuando se
reportaron los fenómenos de vampirismo en los Balcanes y Hungría había también
una epidemia de rabia en perros, gatos y lobos. En tiempos donde no se conocían
los virus y todo se explicaba achacándolo a Dios o al Demonio no era difícil
que se creara una explicación de orden sobrenatural.
El personaje de Drácula está
inspirado en la figura histórica del príncipe rumano Vlad II, quien nunca bebió
la sangre del cuello de sus víctimas. En realidad era un gobernante cruel y
despiadado que empalaba a sus víctimas en campo abierto. La muerte por
empalamiento era dolorosa y sangrienta y el efecto psicológico sobre sus
súbditos y enemigos era tal como para mantener su poder intacto.
Estudios recientes han confirmado
que los movimientos del indicador de la tabla ouija o de las varitas de
radiestesia se deben a movimientos involuntarios de los participantes. Los
movimientos de las mesas en las que se reunían los practicantes del espiritismo
eran causados también por ellos mismos de manera inconsciente.
Grupos de escépticos y
racionalistas en varias partes del mundo han expuesto a médiums y espiritistas
como estafadores. Afortunadamente la era de Internet ha puesto una gran
cantidad de información al público para desenmascarar a farsantes como Uri
Geller y similares.
Una buena cuota del mantenimiento
de la superstición la tienen los sacerdotes y pastores que predican en la
existencia de demonios y aconsejan exorcismos. Con gran asombro encontré en
junio de este año una declaración del sacerdote católico Gabriele Amorth quien
dijo que: “La gente piensa que es un
libro inofensivo para los niños, pero es magia, y la magia lleva al mal. En los
libros de Harry Potter la labor del diablo es astuta y sutil, en ellos emplea
sus poderes extraordinarios, la magia y el mal"
Es totalmente absurdo y ridículo
creer semejante tontería. Harry Potter es maravilloso como literatura.
Obviamente nadie con un intelecto sano creería que en el mundo real puedan
ocurrir cosas mágicas y sobrenaturales.
Para personas como el padre
Amorth, o Dawlin Ureña, aún no les ha amanecido. Sus mentes están nubladas en
los tiempos de los vampiros en los Balcanes, en el de las brujas de Salem, en
el que los virus y las enfermedades neurológicas no existían.
Los pastores fundamentalistas se
remiten a la Biblia no solo para rechazar Halloween sino para sostener que las brujas y espíritus existen.
Sin duda mencionarán las prohibiciones del Antiguo Testamento (Deuteronomio
18:11) o los relatos en que Jesús expulsó demonios (Marcos 5: 1-18). Pero el
que la historia este relatada en la Biblia no la hace más verídica que los
relatos de los vecinos de Salem o los del Malleus
maleficarum. Sin salirnos de los evangelios encontramos en Mateo 4:8-10 un
relato en el que el demonio lleva Jesús a lo alto de un monte para que pueda
divisar todos los reinos del mundo. Allí el Diablo lo tienta ofreciéndole todos
esos reinos si Jesús lo adorase. Cosa realmente absurda porque por un lado por
muy alto que sea el monte no podría divisar más allá de unos cientos
kilómetros, y por otra parte, la Tierra es redonda, razón por la que sería
imposible divisar todos los reinos de la Tierra. Así qué ¿cómo tomar por cierto
un libro que contiene errores tan enormes?
El origen en la creencia en el
diablo hay que remontarla en el antiguo Israel, en el que para pesar de los
fundamentalistas, no fue monoteísta desde sus orígenes. Los primeros adoradores
del dios Yavhé eran henoteístas. Es decir, creían que existían otros dioses
pero Yahvé era el principal dentro de un panteón. Incluso Yavhé tenía una
esposa o consorte denominada Asera. En el oriente próximo esta diosa también se
conocía como Astarté o Istar. De la mano de líderes religiosos el henoteísmo
dio paso al monoteísmo, la diosa Asera fue borrada y los otros dioses del
panteón se transformaron en ángeles o en demonios. Uno de esos dioses rivales
era el dios filisteo Baal, el cual terminó siendo asociado como demonio. Los
editores masculinos de la Biblia terminaron borrando toda evidencia de la
adoración de Yahvé y Asera como una pareja divina y relacionando a Baal con lo
maldad. Los demonios que tanto temen los pastores evangélicos y los sacerdotes
no son más que una construcción cultural al igual que su contraparte benévola.
A pesar que el desarrollo de la
ciencia ha eliminado a dioses y demonios el deseo de creer de muchos y el de
estafa de otros no cesa en el mundo. Bien lo resumía el astrónomo Carl Sagan
cuando dijo: "La vida es sólo un
vistazo momentáneo de las maravillas de este asombroso universo, y es triste
que tantos la estén malgastando soñando con fantasías espirituales".
Ver también: Cristianos paranoicos con Halloween.
Ver también: Cristianos paranoicos con Halloween.