miércoles, 26 de febrero de 2014

Iglesias pentecostales y carismáticas de EE.UU. estarían tras ley antihomosexual en Uganda.

Predicador evangélico en las calles de Kampala, capital de Uganda.
Uganda se convirtió en la tierra prometida de cientos de pastores evangélicos llegados de EE.UU., que promueven, en medio del éxtasis religioso, la persecución a los homosexuales.


El presidente de Uganda aprobó una ley que profundiza la persecución contra los homosexuales. El 96% de la población respaldaría esta decisión. / AFP

Cada mañana, millones de ugandeses sintonizan sus televisores en cualquiera de los canales que transmiten prédicas de sectas evangélicas, grupos que comenzaron a llegar al país hace casi una década y que hoy se han extendido por todo el país. El 75% de la programación de la televisión ugandesa corresponde a telepredicadores, personajes altamente populares, respetados e influyentes en un país donde la Iglesia tiene gran influencia: el 90% de su población es cristiana y anglicana.

Uganda se convirtió en la tierra prometida para cientos de pastores evangélicos que llegan desde Wisconsin, Indiana y Ohio (EE.UU.) con una misión divina: reclutar pecadores para bautizarlos como “cristianos renacidos”. Janet Museveni, esposa del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, es una famosa miembro del movimiento New Born. De hecho, ha sido ella quien ha promovido shows religiosos con la presencia de los más famosos predicadores, quienes semanalmente llegan al país acompañados por cientos de jóvenes que realizan la tarea de “pescadores de almas” en todo el territorio. Uno de los más famosos es Lou Engle, fundador del movimiento La Llamada, que cuenta con millones de seguidores en todo el mundo y que, entre otras cosas, promueve el odio a los gays y la xenofobia.

De cinco a siete años de cárcel tendrán las personas gays y lesbianas
así como quienes hagan activismo por los derechos de esta comunidad.
Según dice Engle en sus multitudinarias intervenciones, “la homosexualidad es un espíritu de anarquía que debería ser criminalizado”. Engle es conocido por organizar congresos masivos de oración desde el año 2000 y es un importante miembro de un movimiento cristiano radical llamado la Nueva Reforma Apostólica, que busca “unir a los protestantes, vencer a los demonios y evangelizar el planeta”. Recientemente emitió un comunicado diciendo que “no apoya la pena de muerte para los homosexuales”; sin embargo, según reportó The New York Times, cuando habló en su último mitin en la capital ugandesa, alabó la valentía del país en la promoción del proyecto de ley “antigay” y felicitó al presidente Museveni por su sabiduría.

El mandatario, un cristiano evangélico de línea dura, llegó al poder a través de un golpe militar en 1986. En sus 28 años de gobierno, Uganda no ha logrado superar los altos niveles de pobreza, el difícil acceso a servicios básicos ni los bajos niveles de educación, como tampoco ha reducido la expansión del sida. Pero acaba de aprobar una polémica ley contra los homosexuales. Museveni firmó la llamada Ley Antihomosexuales, que penaliza con “cadena perpetua las relaciones homosexuales, prohíbe toda propaganda de la homosexualidad y hace obligatoria la denuncia de cualquiera que se diga homosexual”.

Jon Wambere, reconocido activista por los derechos gays, es contundente al afirmar que detrás del odio hacia los gays que vive Uganda están los predicadores. Dice que la ley antigay, aprobada en diciembre por el Parlamento y firmada por el presidente este lunes, fue impulsada por las iglesias cristianas y evangélicas.

Evangélicos, carismáticos y pentecostales aplauden la ley antigay. La consideran acorde a la Biblia.
Sus palabras están respaldadas por las populares teleprédicas. Scott Lively, autor de un libro titulado La esvástica rosa, dice en su programa diario que “los homosexuales tienen una agenda oculta para reclutar niños ugandeses en las escuelas”, los acusa de ser “perniciosos” y dice que “son el movimiento más peligroso que pueda existir”. También los acusa de ser los fundadores del nazismo. Miles de ugandeses lo siguen a ciegas.

Martin Ssempa, otro pastor radical, quien basa sus intervenciones en la interpretación errada y radical del Antiguo Testamento, recluta a millones de jóvenes y los vincula a su cruzada antigay en los centros educativos. De hecho, abrió su iglesia dentro de la Universidad de Makerere, la más grande de Kampala, y desde allí transmite su programa, en el que dice cosas como: “Se dicen todo tipo de mentiras sobre mí. Que si predico para matar homosexuales, que si llevo pistola, que si corto cuellos, que soy supermalo y muy peligroso. Lo único que quiero es que se sepa que la homosexualidad es un crimen, una abominación, un estigma”.

"La homosexualidad es demoniaca" se puede leer en este
cartel de un manifestante cristiano.
Un video de Ssempa, grabado durante una conferencia que dictó sobre “la maldad de ser gay”, ha alcanzado casi diez millones de visitas en internet. Toda una estrella, pues sus programas son los más vistos en Uganda.

La otra gran celebridad de este país africano se llama Salomon Male, un pastor evangélico que asegura: “Dios está en contra de la homosexualidad y lucharé para no permitirla. Estamos a tiempo y todavía se puede cambiar. Ese es el deseo de Dios”. Este predicador, líder de la Coalición Nacional contra la Homosexualidad, incluso se promociona como “salvador de homosexuales”. Dice que los cura, luego de cobrar una buena suma de dinero, claro. “La homosexualidad se puede curar porque es como una adicción. Con oración, consejos y fuerza de voluntad los he salvado”, asegura en las entrevistas.

Male ha sido acusado por activistas de derechos humanos por su discurso incendiario que seduce a millones de ugandeses. Sobre su odio a los homosexuales, el predicador dice que está respaldado por evidencias científicas. Quizás las mismas en las que se basó el presidente Museveni para aprobar la polémica ley. Richard Tushemereirwe, asesor científico del mandatario, fue quien presentó el informe que, según éste, lo convenció de firmar la ley. “La homosexualidad tiene consecuencias serias para la salud pública y, por lo tanto, no debe ser tolerada”, recomienda el científico.

Tan solo pasó un día para que se empezarán a exponer en los diarios
los casos de personas homosexuales para que sean encarceladas.
“La homosexualidad es inaceptable. Queremos frenar su expansión, el contagio de nuestros niños, sus fuentes de financiación, no es una enfermedad y por lo tanto es un factor corregible”, dijo el mandatario al firmar la ley. Su popularidad se ha disparado desde entonces, pues según encuestas, el 96% de los ugandeses considera la homosexualidad “inaceptable” y no está dispuesto a perdonar a quien caiga en esta “abominación”.

Un estudio del think tank estadounidense Pew Research Center analizó la relación entre religión y la aceptación de la homosexualidad en el mundo. La conclusión fue que donde la religión no tenía presencia en la vida de la gente, la homosexualidad contaba con mayor aceptación.

“Teniendo en cuenta que la educación es la principal fuente de la homosexualidad, la sociedad puede hacer algo para frenar las tendencias. Es por ello que acepté promulgar la ley”, concluyó Museveni, quien luego arremetió contra el sexo oral, diciendo que esta costumbre es estimulada por el mundo occidental. “La boca sirve para comer, no está hecha para el sexo”.

¿Y usted qué opina?

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