Se trata de un fresco que data del siglo IV d.C., este fue encontrado al remover con tecnología láser diversas capas de sedimentos, acumulados durante siglos sobre el ícono. El descubrimiento del retrato, que muestra a un hombre delgado con barba negra y puntiaguda sobre un halo rojo y dorado, coincidió con el anuncio papal de que se ha confirmado dónde están los restos de San Pablo, el llamado apóstol de los gentiles y al que se le atribuye una gran porción del Nuevo Testamento.
A los restos del cadáver que supone Benedicto XVI, como el de San Pablo se le realizó una prueba de carbono 14. Los resultados mostraron que pertenecen a un hombre que vivió entre los siglos I y II. Los restos se encuentran debajo del altar mayor de la Basílica de San Pablo Extramuros, lo que confirmaría según el Papa "la tradición unánime y jamás refutada" de que el sarcófago es el del santo decapitado.
Ambos descubrimientos se anuncian justo cuando la iglesia Católica celebra el fin del año paulino, un año litúrgico dedicado al estudio de las enseñanzas del "perseguidor converso", en el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo, patrones de Roma.
En palabras del retrogrado Padre: “recientemente ha sido objeto de un atento análisis científico: en el sarcófago, que no había sido abierto nunca en tantos siglos, se hizo una pequeñísima perforación para introducir una sonda especial, mediante la cual se han encontrado restos de un precioso tejido de lino de color púrpura, bañado en oro, y de un tejido de color azul con filamentos de lino”. Señor Benedicto, utilizas la ciencia cuando te conviene.
Pero a mi no me parece muy convincente. Los análisis solo dicen que se trata de un hombre que vivió en entre el siglo I y II, de aquí a afirmar que son los restos de Pablo hay un salto de fe, que las evidencias no corroboran. Se me hace un anuncio publicitario con toques de ciencia.
Sin embargo, bien podría tratarse de un primitivo obispo que cobraba diezmos. La “evidencia” el baño de oro en el tejido de lino. Es broma!
Sin embargo, bien podría tratarse de un primitivo obispo que cobraba diezmos. La “evidencia” el baño de oro en el tejido de lino. Es broma!
Otro aspecto que me causa curiosidad, es que en este caso El Vaticano usa las pruebas de carbono 14. Deberían entonces aceptar los resultados que esta misma prueba arroja sobre el famoso “la sabana santa de Turín” la cual está datada en la Edad Media. Sin embargo, aquí no se hace así. La necesidad de una reliquia vale cualquier mentira o el acomodo de evidencias, como en este nuevo caso.
En cuanto a Pablo, no hay nada que celebrarle. A este personaje le debemos el machismo y la homofobia del cristianismo, y una teología absurda del suicidio ritual de Jesús por nuestros pecados. En Sindioses.org tenemos un ensayo titulado “La Biblia y San Pablo: Una falsa moral”
Hay además otras dudas que el cristianismo no responde sobre Pablo y es que al leer sus escritos se evidencia que este no conocía los elementos milagrosos de la vida y ministerio de Jesús, que se cree, fueron añadidos posteriormente por quienes escribieron los evangelios. También, de las 13 epístolas que se le atribuyen a Pablo, no todas fueron en realidad escritas por él.
En un estudio hecho por el ateo Scott Bidstrup nos dice sobre el Buevo testamento y San Pablo:
“…es necesario ser cautelosos al examinar la literatura cristiana del primer siglo. Esa cautela se hace necesaria por el hecho que durante esa época no se consideraba como error escribir algo y atribuirlo a otra persona, alguien considerado su mentor filosófico, de quien se está copiando el estilo y usando su nombre. En realidad, esto no solamente era común, también era una técnica enseñada en las escuelas de la época.
Esta práctica dificultó bastante a los estudiosos la verificación de quien, en verdad, escribió los libros del Nuevo Testamento y cuándo lo hicieron. El problema, parece ser muy difícil, aunque no es insoluble, los estudiosos modernos han creado técnicas que fueron aplicadas a los escritos cristianos más antiguos a fin de descubrir quien está hablando, que está diciendo, cuándo y por qué.
Cuando estas técnicas se aplicaron a los escritos cristianos más antiguos, los resultados mostraron ser sorprendentes. Los escritos de Pablo aceptados como genuinamente suyos (Gálatas, 1 y 2 de Tesalonicenses, 1 y 2 de Corintios, Romanos, Filemón, Filipenses, y posiblemente Colosenses) resultaron ser la literatura más clara que disponemos sobre los primeros cristianos. Estos fueron escritos probablemente en el comienzo de la quinta década del primer siglo - bien después de los eventos de la vida de Jesús.
Cuando se examinan las cartas aisladamente, queda claro que Pablo no tenía idea alguna sobre la inmaculada concepción, nunca afirmó haber vivido en la época de Jesús, o que cualquiera de sus mentores eran contemporáneos de Jesús, o que Jesús había hecho algún milagro, y aparentemente él no asoció la muerte de Jesús con el juicio ante Pilatos. Solamente en Gálatas1:19 menciona un Jesús contemporáneo, y solamente para apuntar que Jacobo es hermano del Señor. El uso del termino “Señor” torna esa referencia un tanto cuestionable según los investigadores, ya que la palabra “Señor” no era de uso común hasta el segundo siglo. Por lo tanto las cartas Paulinas, por lo menos las confiables, no dan testimonio de un Jesús en la primera mitad del primer siglo. Lo que vuelve esto más interesante es que otras literaturas cristianas apócrifas más antiguas, anteriores a los cuatro evangelios, omiten exactamente las mismas cosas.”
Personalmente creo que el cristianismo tiene tanto de mitológico como de farsa premeditada, el caso de los huesos de San Pablo, puede ser un caso más.
¿Y usted, qué opina?