sábado, 29 de noviembre de 2014

Ciencia y dogmatismo

"El mundo no se divide entre crédulos e incrédulos, sino entre fanáticos y gente sensata", escribió en una de sus columnas el profesor Juan Esteban Constaín. Más adelante, en ese mismo artículo, afirma: “Mi clase, en sus modestas proporciones, es para eso, para vacunar a los muchachos contra el terrible dogmatismo de la ciencia…"

Una columna de Klaus Ziegler

Constaín no es el primero en asimilar el conocimiento científico a una ideología dogmática. La moda viene de tiempo atrás: hace décadas, Paul Feyerabend, en cabeza del movimiento posestructuralista, reclamaba libertad para incluir dentro del currículo universitario el estudio de la magia y la astrología, pues, según él, “las similitudes entre ciencia y mito son asombrosas”. En su tratado, “Contra el método”, Feyerabend va incluso más lejos, cuando propone separar ciencia y Estado: “Mientras los padres de un niño pueden escoger entre educarlo en el protestantismo, en la fe judía, o suprimir toda instrucción religiosa, no gozan de la misma libertad en el caso de las ciencias, pues resulta obligatorio aprender física, astronomía e historia”.

Si entendemos por una ideología dogmática cualquier conjunto de creencias o principios que no encuentran sustento en la lógica o en evidencia empírica, y cuya veracidad no admite objeciones, entonces es obvio que religión y ciencia se sitúan en extremos opuestos del espectro. El ánimo de la ciencia es producir teorías empíricamente adecuadas, y poco tiene que ver con la defensa de “verdades absolutas”, como se repite sin fundamento. De hecho, en sentido estricto, nunca se puede hablar de teoría “ciertas”; a lo sumo es posible afirmar que hasta la fecha no se ha observado algún hecho empírico que las refute.

Un asunto diferente podría ser la innegable prevalencia de una actitud dogmática en la enseñanza de la ciencia. Pero es obvio que este es un problema de la educación, no del método, de ahí que cualquier comparación con el adoctrinamiento religioso, no solo es improcedente, sino engañosa. Hay que reconocer, sin embargo, que la práctica de la ciencia no está exenta de posiciones dogmáticas y fanatismos. Para mencionar un ejemplo, el astrónomo norteamericano Percival Lowell defendió durante toda su vida la existencia de canales en la superficie marciana, construidos, según él, por una civilización avanzada, para llevar agua a sus ciudades desde los casquetes polares, a pesar de que nadie jamás, excepto el mismo Lowell, pudo observarlos. Y si se trata de fanatismo al mejor estilo de los inquisidores católicos, la historia de la ciencia cuenta con figuras como Trofim Lysenko, responsable del encarcelamiento y muerte de decenas de científicos soviéticos acusados de propagar las “dañinas ideas de la genética”, contrarias a sus doctrinas sobre la vernalización e hibridación de semillas.

Pero que existan científicos dogmáticos no implica en absoluto que este conjunto de conocimientos y metodologías pueda siquiera compararse con una ideología, en el sentido peyorativo del término. De ahí que lo realmente asombroso sea el dogmatismo de Feyerabend cuando compara ciencia con mitología, sin molestarse por mostrar un solo mito que haya desaparecido porque los experimentos lo refutaran, o que se haya modificado para ajustarse a nueva evidencia. Pensar, por ejemplo, que un teorema como la infinitud de los números primos pueda representar un dogma comparable a la resurrección de Cristo, es una idea que raya en lo ridículo, y no recibiría la menor atención si no fuera por la fascinación que despierta todo ese anarquismo epistemológico, una postura filosófica tan ingenua como pretenciosa, con ínfulas de gran profundidad, pero que se refuta a sí misma o colapsa en la vacuidad, como muestra el filósofo Thomas Nagel en su magnífico ensayo, “The Last Word”.

A manera de ejercicio lógico, asumamos por un momento la propuesta posmoderna y exijamos que la tradición racionalista dé un paso al costado para situarse en pie de igualdad con otras formas de conocimiento. Las implicaciones sociales y éticas serían enormes. En primer lugar, habría que comenzar por desmontar todo el sistema educativo, y sustituirlo por otro en el cual la enseñanza tradicional de las ciencias naturales podría suprimirse en su totalidad, o cambiarse por el estudio de los mitos o de las llamadas seudociencias. Asignaturas como astronomía o física podrían reemplazarse a discreción de los educadores por cátedras en astrología o en mitología, en las cuales se les haría entender a los jóvenes que afirmaciones como “la Tierra gira alrededor del Sol”, o “la Tierra es una esfera hueca que contiene el Sol, los planetas y las estrellas fijas”, son narraciones semejantes (no es sarcasmo, el ejemplo se debe al mismo Feyerabend).

No sé si para deleite de algunos intelectuales, ya se aprecian logros significativos en esa dirección: reclamando el derecho a impartir su propia cosmovisión, la derecha cristiana fundamentalista se anotó un gran triunfo cuando logró por fin que el Consejo de Educación de Kansas aprobara la enseñanza de la teoría del “diseño inteligente”, un reencauche de la vieja tesis del creacionismo bíblico con la cual se pretende hacerle contrapeso al “dogma” de la teoría de la evolución.

Un verdadero pluralismo exigiría que en asuntos trascendentales como la eutanasia o el aborto debamos acoger el concepto de personajes como Ordoñez y otros cavernarios iluminados, cuando juran que un amigo suyo que habita en otro mundo impregna el óvulo, en el preciso momento de la fecundación, con un ente intangible llamado “alma”. De ahí que quienes interfieran con ese acto divino deban purgar cárcel en este mundo, y luego arder por los siglos de los siglos en una sucursal del Santo Oficio, en el más allá, reservada para pecadores, infieles y otros infames.

Así mismo, si somos sinceros en practicar un verdadero pluralismo epistémico, no podríamos afirmar: “la Tierra tiene más de 4000 millones de años de antigüedad”. En su lugar habría que decir: dentro de las mitologías de Occidente, una narra que nuestro planeta tiene miles de millones de años. La leyenda se deriva del mito del registro geológico y otras fábulas sobre la vida media de ciertos elementos radioactivos. Y por supuesto, tendríamos que advertir sobre la posibilidad alternativa de datar la antigüedad del mundo cotejando fechas bíblicas. No olvidemos que el registro más preciso en esta dirección se lo debemos al arzobispo James Ussher, quien fijó la fecha de la creación: la noche del sábado 22 de octubre del año 4004 a.C.

Y en lo que se refiere a otra leyenda que circula por ahí, sobre homínidos que caminaron por las llanuras africanas hace cientos de miles de años, también habría que presentarla en contraposición a los minuciosos cálculos que aparecen en los “Annales veteris testamenti, a prima mundi origine deducti”, donde Ussher muestra que Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, el lunes 10 de noviembre del 4004 a. C.

En una entrevista para la BBC, quien fuera en ese momento el astrónomo oficial del Vaticano, y en alusión a las verdades reveladas, expresó: “Este libro (apoyando su mano sobre la Biblia) tiene más de cinco mil años de antigüedad y aún sigue vigente. En cambio este otro (señalando un popular texto sobre la teoría de la relatividad) se escribió hace tres décadas y ya es obsoleto”. Sin duda, ¡la diferencia más notable entre ciencia y religión!

lunes, 24 de noviembre de 2014

Feliz Día de la evolución

Hoy se celebra el aniversario 155 de la publicación de El Origen de las Especies de Charles Darwin y el 40 aniversario del descubrimiento de Lucy, el famoso fósil de Australopitehcus afarensis. Esta celebración que se ha dado a llamar como Día del Orgullo Priamte o Día de la evolución es un espacio dedicado a la divulgación científica y al combate del creacionismo.

En esta fecha el blog Sin dioses tiene el gusto de compartir tres excelentes textos de Klaus Ziegler publicados en el diario colombiano El Espectador.


La maravillosa y delicada arquitectura del pulmón, el insuperable diseño del ojo, o la complejidad suprema de nuestro cerebro son, para el hombre de fe, testimonios irrefutables de la existencia de una voluntad creadora, de la presencia de un ser supremo que sustenta y dirige el universo.

A pesar de estas y otras maravillas de la naturaleza, cualquiera que conozca los minuciosos detalles de la anatomía y fisiología animal, o que comprenda la dilatada historia de la vida sobre la Tierra, puede percatarse de la multitud de imperfecciones y absurdos que se presentan en el mundo vivo, intolerables en la obra de un ser infinitamente sabio, y que nos hacen pensar más en la labor de un “relojero ciego”, o en el trabajo de un arquitecto extravagante e indolente.

La imperfección es la marca indeleble de la evolución. Su mano invisible se revela en los diseños caprichosos o anacrónicos que pueden observarse en la naturaleza, así como en los caminos erráticos y paradójicos por los que ha tenido que trasegar la vida desde su aparición en el Planeta hace ya más de 3500 millones de años. El kiwi, por ejemplo, es un ave nocturna que no puede volar, pero que aun lleva bajo sus plumas un par de pequeñas alitas inútiles. La foca y otros mamíferos marinos todavía conservan dentro de su cuerpo el esqueleto completo de sus ancestros cuadrúpedos, con patas, manos y dedos. Y los humanos conservamos músculos para mover la cola y erizar el pelo. ¿Qué pensaríamos de la sensatez de un ingeniero que hubiese diseñado un computador portátil con un pequeño e inútil tornamesas en su interior, justo al lado de la tarjeta de sonido?

El apéndice, que sirvió a nuestros ancestros primates para ayudar a digerir la celulosa de las hojas, hoy es un residuo atávico disfuncional que pareciera estar ahí con el propósito único de acrecentar los ingresos de cirujanos y sepultureros. El colédoco, por su parte, tiene un terrible error de diseño: se encuentra con el conducto pancreático justo antes de desembocar en el duodeno, de tal manera que al bloquearse con un cálculo biliar, las enzimas pancreáticas y la bilis se desvían hacia el páncreas y lo lesionan gravemente.

Otra chapuza del Creador es el conducto urinario masculino, el cual es abrazado por la próstata, de tal suerte que cuando esta crece, lo que ocurre con el paso de los años, termina bloqueándolo. Y resulta impío pensar que el conducto espermático pueda haber sido diseñado por un ser superior, cuando descubrimos que este rodea absurdamente la vejiga antes de desembocar en la uretra, lo que sí es explicable como un atavismo evolutivo de nuestro pasado reptílico.

En los mamíferos, el nervio laríngeo recurrente, en vez de ir directamente del cerebro al cuello, desciende hasta el pecho y rodea la aorta para llegar finalmente a la laringe por debajo de las cuerdas vocales, en un recorrido anacrónico que se originó en los arcos branquiales de los antiguos peces. En el caso de la jirafa, esta fibra nerviosa realiza un increíble recorrido de cerca de cinco metros, un derroche inexplicable de la Divinidad.

De otro lado, el bipedismo es una idea acompañada de innumerables problemas mecánicos que dan lugar, en los humanos, a hernias inguinales, a hemorroides, a la mala fijación de los riñones, a la debilidad del cuello del fémur, a frecuentes daños en los discos vertebrales y a los insufribles dolores y complicaciones del parto.

Y las intenciones del Arquitecto Divino no podrían resultar más misteriosas cuando analizamos la historia de la vida como hoy la conocen los paleontólogos. Tras crearla, el diseñador supremo tardó alrededor de 3000 millones de años en inventar los primeros organismos multicelulares. Luego, como un coleccionista obsesivo, decidió saturar el Planeta con innumerables especies de trilobites, grandes, pequeños, medianos… Y después de almejas, almejas y más almejas… Y si al hombre lo hizo efímero, a estos moluscos impávidos les otorgó el don de la eternidad (hay almejas aun vivas que fueron contemporáneas de Galileo). Y resulta incomprensible por qué antes de llegar a concebir su “obra maestra”, el Homo sapiens, se haya visto en la necesidad de ensayar durante varios millones de años con pequeños monitos humanoides, como lo haría cualquier mortal que con paciencia y resignación busca la solución definitiva a un problema.

Cuando nos detenemos a contemplar la obra de la creación, saltan a la vista infinitud de imperfecciones, diseños ilógicos, caprichos y extravagancias, --como la predilección divina por los escarabajos, el orden animal con más especies sobre el Planeta--, que solo pueden hacernos dudar de que este mundo pueda ser obra de un Creador. Tal vez por ello, algunos teólogos tuvieron que inventar una deidad antagónica, que además explicara la evidente imperfección moral del hombre y la terrible crueldad en este universo imperfecto, que lejos de ser el mejor de los mundos posibles, está colmado de defectos y maldad.


Los nuevos creacionistas

Pensar que un órgano complejo como el ojo pueda aparecer por simple azar es tan absurdo como creer que un huracán pueda ensamblar un Boeing 747 combinando aleatoriamente pedazos de metal en un depósito de chatarra.

Este argumento, con algunas variaciones, sigue siendo el arma favorita de los creacionistas bíblicos para arremeter contra la teoría de Darwin, ahora amparados bajo el manto de una nueva seudociencia: la “teoría del diseño inteligente”. Es sorprendente que esa comparación se siga utilizando para demostrar que la evolución por sí misma es incapaz de dar cuenta de la complejidad y orden del mundo natural, pues los biólogos, que yo sepa, nunca han considerado la aparición fortuita de un órgano complejo como un hecho factible. Ni siquiera han contemplado la posibilidad de que una proteína particular se ensamble de manera espontánea, sin la mediación del ADN, pues semejante evento sería tan improbable como que un chimpancé tecleando al azar en una máquina de escribir produzca una frase completa de El Quijote.

Consideremos la frase que da comienzo a la novela: “En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor”. Si a las veintisiete letras del alfabeto añadimos la coma, el punto y el espacio en blanco, el mono literato, cada vez que desee pulsar una tecla, puede escoger entre treinta símbolos. Como la frase contiene 176 caracteres (contando espacios), la probabilidad de acertar aleatoriamente el texto completo sería de 1 en 30 elevado a la potencia 176. Tecleando a razón de un carácter por segundo, desde el comienzo de la creación hasta el día de hoy, el pobre primate no habría alcanzado a escribir ni siquiera una fracción infinitesimal del total de frases posibles. De hecho, tal suceso sería mil veces más improbable que ganarse “el Baloto” ¡treintaisiete veces seguidas!

De otro lado, es fácil simular un proceso evolutivo que en pocos minutos encuentra la célebre frase utilizando un simple mecanismo de “mutación y selección”. En un lenguaje cualquiera de programación (en el ejemplo se utilizó el programa “Maple”) hacemos que el algoritmo genere aleatoriamente una frase de 176 caracteres, el “Adán” de la primera generación. El padre escogido al azar por nuestro algoritmo fue el siguiente: 

“.chnkywmlrytmfitnmwdavñsbn.,.jdmhipjlokmgqykju,uejhhszlsineffettpnpmwiahwoz ourlksphonl.ñabciofndñackifyyafcwbzoors.ryrrpiwcgwñz.h,ñetjuññtgñzrmxin.wññyiavgñcoanedbfqtwr.a,fqx,”. 

A continuación, el programa “engendra” un número específico de clones (mil en este caso), los cuales difieren de su progenitor en unas pocas “mutaciones”, entendiendo aquí por “mutación” el cambio aleatorio de algunos caracteres. Luego, como “padre” de la siguiente generación, se escoge el “mejor adaptado” de todos los descendientes, es decir, aquel que guarde con la frase original de Cervantes el mayor número de coincidencias, y se continúa de esta manera en cada nueva generación.

Tras docenas de generaciones de textos sin ningún sentido, finalmente, en la generación 121, el programa produce una frase algo legible: “eenhnn lulay me tammanvha, de cuyhinombke ny quiero acordaime, no ha muchowtiomro vpvin .nahidafno dc losade banor enyastillgrñ, auñrtauañtggrax rociñ fiaco coaaedo ,qorreaorx”. Pero hay que esperar treinta generaciones más para llegar a esta otra: “en un lugar de la mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha muchowtiempo vivia un hidalgo de los de lanza en astillero, adarta antigua, rocin flaco y gaego corredorx”. Solo en la generación 166, y después de 24287 mutaciones, el programa alcanzó finalmente su objetivo, y reprodujo fielmente el texto.

Debo advertir que dicho programa opera bajo un mecanismo de selección en extremo simplificado que no coincide exactamente con su contraparte biológica. Supone además un criterio único de “eficacia reproductiva” (en este caso de tipo teleológico), mientras que en el mundo real los factores que condicionan la eficacia reproductiva del individuo suelen ser numerosos y harto más complejos. No obstante, el ejemplo demuestra, y este es el propósito principal, cómo un sencillo mecanismo de variación y selección puede lograr un objetivo inalcanzable por simple azar. 

Podría objetarse que nuestro organismo virtual difiere en un aspecto fundamental de los sistemas biológicos complejos, pues permanece “funcional” tras los sucesivos cambios que ocurren a los largo de su evolución. Esto no sucede, alegan los proponentes del diseño inteligente, en los denominados “sistemas irreductibles”, que pierden su capacidad operativa si llegasen a prescindir de cualquiera de sus partes. El argumento es en esencia una reformulación más sofisticada de la objeción decimonónica clásica: ¿Qué ventaja representa poseer medio ojo, o un décimo de ojo? Y si una fracción de ojo es inútil, ¿cómo podría explicarse la aparición del órgano definitivo como consecuencia de un proceso gradual?

Se sabe que los primeros ojos fueron pequeñas “manchas oculares” como las que presenta la euglena: diminutos fotorreceptores, “milésimas de ojo” que apenas discriminan entre “luz” y “oscuridad”, pero que le confieren al unicelular una notable ventaja, pues lo orientan hacia la superficie marina, donde abunda el alimento. Luego aparecieron capas enteras de células fotosensibles que se fueron invaginando gradualmente hasta adquirir forma de copa, dando origen a una rudimentaria cámara oscura (“décimas de ojo”) como las que poseen algunas babosas actuales. El registro fósil muestra además organismos del cámbrico Inferior que poseen ojos más sofisticados, aunque aún sin lente, perfectos ejemplos de que es preferible ser medio cegatón que invidente. Y existen multitud de fósiles que exhiben todas las “fracciones de ojo” imaginables, y que aparecieron en forma gradual, contrario a lo que afirman los nuevos creacionistas.

La teoría del diseño inteligente es otra propuesta seudocientífica que pretende hacer encajar la idea del Dios creador de la religión monoteísta de occidente dentro del esquema de la ciencia contemporánea. Es otro intento fallido de los fundamentalistas cristianos para sabotear la enseñanza de la teoría de la evolución en las escuelas secundarias, cuando pretenden darle al creacionismo bíblico la respetabilidad intelectual que jamás ha tenido.



Una pequeña escuela del distrito de Dover, en el estado de Pensilvania, fue testigo de una batalla jurídica inusual.

El pleito comenzó cuando la junta directiva, integrada en su mayoría por cristianos recalcitrantes, exigió modificar el currículo de biología para abrirle espacio a la teoría del “Diseño Inteligente” (DI). Según se alegó, todo estudiante debería conocer explicaciones alternativas al origen y evolución de la vida en la Tierra.

El modelo darwiniano es insuficiente para explicar la complejidad y diversidad de las distintas formas de vida, argumentan los proponentes del DI. Estructuras biológicas complejas precisan un Diseñador. Como en la popular metáfora, el reloj que se encuentra abandonado en la playa presupone la existencia del relojero. Y no se trataría de metafísica o religión: las intervenciones de ese Agente Inteligente podrían confirmarse de manera empírica.

Estaba en juego si el DI era o no ciencia legítima. Después de escuchar los argumentos de cada lado, quedaron en evidencia motivos de carácter religioso, no académico, cuando se pretendió camuflar de teoría científica una variante del creacionismo clásico. Se violaba entonces la Primera Enmienda a la Constitución. Tras un largo pleito, la exigencia finalmente se reversó por decisión de un juez federal. 

El caso Kitzmiller (nombre del demandante) versus el Distrito Escolar de Dover, como hoy se conoce, es una de esas raras instancias en las que una cuestión epistemológica se decide en un estrado judicial. Una recreación del caso puede verse en un excelente documental de NOVA [1].

Me opongo, por supuesto, a la intromisión de la religión en cualquier aspecto de la vida civil, y mucho más cuando se trata de asuntos del magisterio. Pero a los entusiastas del DI se les debe refutar con argumentos, nunca de manera dogmática. En mi opinión, el caso Kitzmiller y otros similares proporcionan una excelente oportunidad pedagógica para resaltar esas características propias del método científico como sistema de producción de conocimiento.

Tammy Kitzmiller fue la docente que demando la
obligatoriedad de enseñar el diseño inteligente en Dover, Estados Unidos.
Por desgracia, el conocimiento científico se presenta a menudo como un cuerpo monolítico de principios y leyes incuestionables. ¿Cuántos profesores de biología, me pregunto, podrían confrontar a un alumno escéptico con respecto al proceso de la fotosíntesis? Sin ningún esfuerzo, más de uno conseguiría escribir en el pizarrón la ecuación fundamental 6 CO2 + 6 H2O → C6H12O6 + 6 O2, aunque pocos sabrían cómo reconstruir la larga cadena de experimentos, comprobaciones y ensayos que permitieron en su momento convencer a académicos igualmente recelosos de su validez.

Quien enseña ciencia no puede desestimar su historia. Las teorías fallidas, las hipótesis falsadas, las preguntas incómodas y las teorías disidentes también merecen un lugar en el pensum. Se imparte una lección valiosa al intentar refutarlas. En el caso del DI, el ejercicio podría resultar más provechoso que el acostumbrado proselitismo en defensa de Darwin. Las objeciones del bioquímico Michael Behe, para mencionar un ejemplo, proporcionan un reto, y materia de discusión, digna de llevarse al salón de clase.

De acuerdo con Behe, ciertos sistemas mecánicos o biológicos poseerían una singular propiedad: estarían conformados por componentes finamente ordenadas, afinadas con precisión para desempeñar una función particular, de modo que al remover una pieza cualquiera del ensamble, este dejaría de funcionar. La trampa para ratones sería prototípica: si faltase el resorte, el dispositivo para acomodar el cebo, o el ancla, el artefacto quedaría inutilizado. Un mecanismo evolutivo gradual, como la selección natural, sería incapaz de explicar el origen de órganos “irreducibles en complejidad”, alega Behe, pues ningún estadio intermedio sería una estructura útil, ni siquiera funcional. El argumento se remonta a Darwin, cuando hace siglo y medio se refirió a la posible complejidad irreducible del ojo humano, aunque en lenguaje diferente. Desde entonces, la existencia, en apariencia imposible, de órganos igualmente complejos se ha convertido en la mayor objeción de los enemigos de la teoría de Darwin.

Pero un recorrido por el registro fósil nos muestra cómo la naturaleza ha inventado y reinventado el ojo infinidad de veces. La irreductibilidad del ojo la refutan multitud de “ojos intermedios”, presentes todavía en algunas criaturas vivientes, similares a los ojos arcaicos de sus ancestros. El orgánulo fotosensible de la Euglena, por ejemplo, aunque solo permite activar su flagelo, resulta suficiente para guiar el protozoario hacia una fuente de luz y garantizar su alimento. Modelos primitivos de “medios ojos” aún se observan entre algunos moluscos invertebrados del género gasterópodo. Y hay ojos formados por cámaras oscuras, sin lente, como el del Nautilo; y ojos compuestos, conformados por miles de diminutos receptores; y algunos con espejos reflectores y paraboloides, o diedros de espejos, como en las gambas, langostinos y langostas. La conclusión es evidente: ojos elementales, “fracciones de ojo” que perciben la luz, aunque incapaces de formar imágenes, pueden también ser ventajosos.

Y es verdad, la trampa mata ratones dejaría de ser trampa sin el depósito del cebo. No obstante, serviría como pisa corbatas. Asimismo, la naturaleza encuentra nuevos usos para estructuras pensadas con propósitos diferentes, un proceso denominado exaptación. Las alas de las aves, por ejemplo, fueron antes las patas delanteras de los reptiles. Y esas mismas extremidades sirvieron como aletas a los peces, sus antepasados, millones de años atrás. En los pingüinos las alas ya no sirven para volar, pero sí para nadar. La lengua comenzó siendo un instrumento prensil para luego convertirse en pieza fundamental del lenguaje fonético en los humanos. Y las escamas de algunos peces se transformaron en plumas, o en el pelambre de los mamíferos. Y en algunas serpientes, la saliva terminó convertida en veneno mortal.

En mi opinión, la enseñanza de la ciencia en la escuela secundaria
no debería limitarse a la transmisión de conocimientos, ni a la
mera discusión de un cuerpo de leyes y principios fundamentales.
 Igualmente importante resultaría estimular el ejercicio de
la argumentación, de la formulación y refutación de hipótesis,
del diseño de experimentos, reales y mentales
En el caso del flagelo bacteriano, ejemplo paradigmático de Behe de un órgano irreducible en complejidad, los expertos en anatomía celular argumentan que el cuerpo basal del látigo es de hecho una modificación de una estructura similar, presente en algunos gérmenes patógenos, como la Salmonella, aunque su finalidad es otra, pues se utiliza, no a manera de remo, sino como aguja para inyectar toxinas. La existencia de esas jeringas microscópicas refutaría la tesis de Behe, pues aunque carecen de por lo menos cuarenta proteínas presentes en el flagelo bacteriano, cumplen no obstante una función útil, pero diferente. 

En mi opinión, la enseñanza de la ciencia en la escuela secundaria no debería limitarse a la transmisión de conocimientos, ni a la mera discusión de un cuerpo de leyes y principios fundamentales. Igualmente importante resultaría estimular el ejercicio de la argumentación, de la formulación y refutación de hipótesis, del diseño de experimentos, reales y mentales… Pues aunque parezca una comparación banal, las verdades científicas se sustentan en hechos empíricos muchas veces tan elementales como aquella demostración clásica de que la orina es impulsada por la vejiga, y que no fluye bajo la simple acción de la gravedad. Quien así lo dude puede ponerse cabeza abajo, y aun en esa posición ¡logrará orinar!

sábado, 22 de noviembre de 2014

Divulgación científica para comprender la evolución.


Sindioses.org se complace en anunciar su primera charla de divulgación científica abierta al público. esta será el sábado 22 de noviembre en la Universidad Pedagógica Nacional a la 1:45 p.m.

En esta ocasión los temas a tratar serán: "Panorama de los primates colombianos" a cargo del biólogo Jeisson Castro Salamanca, y "Malentendidos comunes sobre la evolución humana" a cargo del licenciado en biología Ferney Rodríguez.

Esta charla se hace en el marco del aniversario de la publicación de "El origen de las especies" y el descubrimiento de "Lucy". Esta conmemoración se ha llamado en años anteriores "Día del Orgullo Primate" y en esta fecha se ha denominado "Día de la evolución".

Esperamos la asistencia del público bogotano que ha seguido de cerca a Sindioses.org y que se interesa por la ciencia y su entendimiento público.

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Enseñanza de la evolución avanza de a poco

Las ideas religiosas sobre los orígenes se han afianzado en muchas generaciones gracias a la educación. Pero los últimos acontecimientos, en los que ciudadanos británicos han abrazado el islam militante para cometer actos de barbarie ha llevado al gobierno británico a exigirles a las escuelas religiosas que reciben subsidios que tendrán que enseñar ciencia, y el respeto a las diferencias étnicas y religiosas, y también el respeto a personas gays y lesbianas. La enseñanza del creacionismo en el Reino Unido parece que verá su fin.

Desde el mes de junio de 2014 el creacionismo no puede ya ser enseñado como un hecho real en ninguna escuela financiada por el estado en el Reino Unido. 
El portavoz del Departamento de Educación declaró que: "Ya es oficial. En todas las escuelas del estado, incluyendo las academias, está prohibido enseñar el creacionismo como un hecho científico". Cabe señalar que muchas escuelas religiosas del Reino Unido, católicas, judías y musulmanas, mantienen segregados a los niños de otras comunidades religiosas, profundizando la segregación.

En noviembre de 2014 la secretaria de Educación Nicky Morgan realizó una inspección a docenas de escuelas religiosas (cristianas, judías y musulmanas) y anunció que se trata de un plan para reducir el radicalismo religioso en Inglaterra, que ha llevado a que muchos musulmanes nacidos en Reino Unido se unan a Estado Islámico generando hechos atroces.


Niños de 5 y 6 años ahora aprenderán sobre evolución en el Reino Unido.
Morgan dijo que la inspección a las escuelas religiosas busca que estas escuelas preparen a sus alumnos “para la vida en la Gran Bretaña moderna”. Las instituciones que no encajan están sujetas a multas y sus licencias de funcionamiento podrían ser cerradas.

la secretaría del Departamento de Educación británico declaró ante el Parlamento Británico que la enseñanza del creacionismo se comparaba con el extremismo religioso islámico. Señaló también que los religiosos hacen esfuerzos denodados para que  no se enseñe la teoría de la evolución en los libros de texto. Frente a esto el Departamento de Educación no solo no dio su brazo a torcer sino que a partir de este año, las escuelas de primaria enseñaran un módulo sobre evolución a niños de 5 a 6 años.

Morgan dijo a la prensa ser “fundamental” en que las escuelas “promuevan activamente” en su currículum los valores británicos, incluido el respeto mutuo y la tolerancia para las personas de diferentes creencias.

La llamada “Ley de Igualdad” se introdujo este año en el Reino Unido, lo que requiere una mayor aceptación de los homosexuales y transexuales, así como personas de otras religiones y razas.

"El Origen" segundo libro de importancia en la sociedad moderna

"El origen de las especies" (1859), del naturalista inglés Charles Darwin, es el segundo libro que más ha influido en la sociedad moderna, según una encuesta de la editorial británica Folio Society.

El primer puesto es para la Biblia, mientras que el Corán ocupó el octavo lugar.

Estos son los diez libros más influyentes:
1. La Biblia - 37%
2. El Origen de las especies  - Charles Darwin (1859) - 35%
3. "Una breve historia del tiempo" - Stephen Hawking  (1988). 17%
4. "Sobre la Teoría de la Relatividad Espacial y General" (1916) Albert Einstein - 15%
5. "La distopía" de George Orwell (1949) - 14%
6. "Principia Mathematica" (1687) de Isaac Newton.- 12%
7.  "Matar un ruiseñor" - Harper Lee (1960) - 10%
8.  "El Corán" - 9%
9. "La riqueza de las naciones" Adam Smith, (1776) 7%.
10. "La doble hélice"  - James Dewey Watson, (1968).

La revelación de esta encuesta trajo un gran emoción entre los círculos cristianos. Por ejemplo, el portal Noticia Cristiana tituló: La Biblia es más valiosa para la humanidad que “El origen de las especies” de Darwin y se pudieron encontrar comentarios como estos:

¿Y usted qué opina?

lunes, 17 de noviembre de 2014

Cómo las moscas de la fruta llegan a una decisión

De acuerdo con un nuevo estudio, estas moscas no siempre se dejan llevar por las señales sociales y las normas a la hora de poner sus huevos.



Glenys Álvarez

¿Conoces a Drosophila melanogaster? Probablemente sí. Es ese diminuto insecto que se acumula alrededor de frutas podridas, algunos les llaman moscas del vinagre, mimes y, apropiadamente, moscas de la fruta. Son bastantes pequeños, unos 2.5 milímetros, y molestosos cuando están a tu alrededor, sin embargo, por más de un siglo, Drosophila ha sido el insecto más estudiado en la biología y la genética. Es un modelo en la investigación y parte de ello se debe a que ha sido ya tan estudiada y se conoce tan bien que su uso facilita la investigación; por otro lado, es un animal pequeño, su ciclo de vida es corto (dos semanas) y hay muchos, pero muchos de ellos. No sólo eso, ya conocemos su genoma completo, lo cual tiene mucho valor en el estudio de varias ramas científicas, es barato y existen moscas modificadas genéticamente para el estudio de tu condición en particular.

Definitivamente, es un insecto sumamente popular entre científicos y se continúa utilizando para las más variadas investigaciones.

Ahora, nuevos resultados nos hablan del mundo social de estos insectos. Aparentemente, estas moscas aprenden de otras en el grupo dónde poner sus huevos para aumentar la supervivencia de la cría; sin embargo, no siempre es así. El equipo liderado por Marina Battesti de la Université Paris-Sud en Francia, ha estudiado esta conducta social en las moscas usando varios grupos. El objetivo era elegir el lugar donde crecerán sus crías, algo sumamente importante en el desarrollo y la supervivencia de las generaciones futuras de las moscas.

Las preguntas principales eran: ¿cómo lo aprenden?, ¿lo observan de las demás o existen señales genética particulares que ayudan?

Como todo, las opciones que tienen los insectos no están fijadas de forma estricta sino que existen influencias directas de tres aspectos: el medio ambiente, la genética y el contexto social. Por ejemplo, la investigadora Battesti ya había mostrado en otras investigaciones cómo los grupos sociales tienen mucha influencia en dónde hembras inexpertas ponen sus huevos y que este comportamiento era transmitido dentro de los grupos. Interesantemente, existe un porcentaje de moscas que se guía más de señales genéticas o personales que de la norma. Pero eso no es lo común... no siempre.

“Lo que hicimos para observar este comportamiento fue comenzar con moscas inexpertas, dejarlas que eligieran entre un ambiente con sabor a banana y otro con sabor a fresa, para poner sus huevos. Dentro de estos grupos pusimos a otras moscas expertas que ya habían sido enseñadas a preferir uno de estos ambientes y observamos si las moscas inexpertas seguían lo que las demás moscas hacían o si preferían usar sus predilecciones particulares”, expresó la investigadora.

Los resultados mostraron que el contexto social es muy importante con estos insectos. Las moscas inexpertas que observaron a las expertas poner sus huevos adquirieron una preferencia por las bananas cuando al menos el 25 por ciento de las expertas preferían esta fruta; sin embargo, adquirían preferencias por el ambiente con sabor a fresa sólo cuando todas las expertas lo preferían también.

“Esto demuestra que incluso la presencia de una pequeña proporción de individuos capacitados para poner sus huevos en el ambiente con sabor a banana, era suficiente para inducir una preferencia sesgada a esta fruta tropical. Las preferencias de las moscas de observación son, por tanto, muy sensibles a la composición social del grupo manifestante, pero no siempre”, escribieron los científicos.

Precisamente, son estas conductas sociales en organismos simples las que a muchos investigadores les gusta seguir, no sólo por el estudio del complejo mecanismo que gobierna el comportamiento de los animales, sino porque avanza la aplicación de este conocimiento en áreas de beneficio para la salud humana. De hecho, los estudios en las Drosophilas le ganaron un Premio Nobel en Medicina a Ed Lewis, Christiane Nüsslein-Volhard y Eric Wieschaus en 1995, por sus estudios sobre el control genético en el desarrollo temprano del embrión.

“La toma individual de decisiones es el resultado de interacciones complejas entre diferentes fuentes de información social y personal, en respuesta a variaciones en el medio ambiente”, expresó  Battesti.
Así es, imagina la complejidad de ese mismo mecanismo en el humano, con todas las variables dentro y fuera de ti. ¡Impresionante!

Publicado en el diario “Springer: Behavioral Ecology and Sociobiology”: http://www.springer.com/life+sciences/behavioural/journal/265
Imagen de Martin Helmstädter.

domingo, 16 de noviembre de 2014

Mormones admiten poligamia de su profeta fundador

El mormonismo, religión conocida oficialmente como "Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días" ha admitido de manera oficial que el presunto profeta, el señor José Smith tuvo entre 30 y 40 mujeres. Una de ellas una menor de edad.

Según un ensayo publicado por la iglesia mormona en su página web Smith llegó a tener 40 esposas, que iban desde una adolescente de 14 años hasta una señora de 56, con lo que infringió la prohibición en Estados Unidos de practicar al poligamia.

En su texto la IJSUD afirma que "Tras una revelación en que se le pidió practicar el matrimonio plural Joseph Smith se casó con múltiples mujeres e introdujo esta práctica a sus asociados". "El matrimonio plural ponía a prueba la fe y provocó controversia y oposición".

El artículo sostiene que inicialmente unos pocos mormones pusieron en práctica la poligamia, mientras que otros, tras vivir "poderosas experiencias espirituales", pudieron tener el "coraje" de seguir la nueva doctrina y casarse con varias mujeres.

Un ángel que solo vio Smith

Joseph Smith y el ángel en caricatura de South Park.
"Cuando Dios manda cumplir una tarea difícil, a veces envía mensajeros adicionales para animar a su gente a obedecerlo", explica el texto mormón, que añade: "En consonancia con este modelo, Joseph dijo a sus asociados (otros mormones) que en los momentos en que sintió que no quería tirar adelante con el matrimonio plural, un ángel se le apareció tres veces entre 1834 y 1842 para mandarle que procediera con éste".

Cabe recordar que el ángel que aparece solo al profeta fue el recurso que esgrimió Smith para presentar el Libro de Mormón, escritura sagrada del mormonismo, y que narra la historia de un grupo de hebreos en América, jamás corroborada por la arqueología o la genética.


¿Historia oculta?

En la historia de la poligamia en el mormonismo hay un nombre poco conocido: Fanny Alger, una chica. Alger llegó a vivir de 16 años en la casa de José Smith y su esposa Emma Smith, y colaboró como empleada doméstica. Cuando Alger llegó a la casa de los Smith el matrimonio ya tenía un par de hijos gemelos. Según una versión, no aceptada por la iglesia mormona, el presunto profeta  tuvo una relación extramatrimonial con Alger. Esta relación fue descubierta por Oliver Cowdery, un personaje que supuestamente vio las planchas de oro entregadas a Smith escritas en "egipcio reformado" que contienen el Libro de Mormón.

En 1838 Oliver Cowdery es excomulgado (también lo es el otro testigo de las planchas de oro, David Whitmer), por intentar destruir la reputación del profeta.

La iglesia defiende que José Smith tenía conocimiento y autorización divina para tener matrimonios múltiples desde 1821. Lo cuál lleva a preguntarse ¿por qué el profeta tiene su segunda esposa a escondidas de su primera esposa, de los ancianos de la iglesia y es justo una menor de edad que vive en su casa como empleada doméstica? ¿Por qué justo después de ser cuestionado por ello llega el recurso de la aparición del ángel como explicación?

La iglesia mormona termina asu su texto reciente: "Un testigo espiritual de su veracidad (el ángel) permitió a Joseph Smith y a otros fieles aceptar este principio (de la poligamia). A pesar de lo difícil que fue, la introducción del matrimonio plural aumentó la semilla hacia Dios. Un número significativo de miembros actuales descienden de fieles que practicaron el matrimonio plural".

Ahora que los lideres del mormonismo han admitido que José Smith, su profeta fundador, tuvo 40 esposas y que una de ellas tenía 14 años, sería muy útil que otras iglesias dieran pasos a admitir verdades incómodas. Bien podrían los adventistas empezar a admitir que Elena G. de White fue una plagiadora y no una escritora destacada; los testigos de Jehová podrán empezar a admitir que su cuerpo gobernante a cometido errores en pronosticar el armagedón; los católicos podrán admitir que el trapo de Turín es un engaño, que la selección de los evangelios canónicos un arreglo humano y que el Jesús de los evangelios es un invento.

¿Y usted qué opina?

martes, 4 de noviembre de 2014

¿Extrañezas en la cuántica? Culpa a los universos paralelos



Por Glenys Álvarez

La imaginación del ser humano es, aparentemente, infinita. Así como los mundos paralelos.

¿Los mundos paralelos?

Nos encantan las historias de universos paralelos y otras dimensiones. La imaginación humana se ha divertido mucho con ellas, no sólo proponiendo sus existencias en ecuaciones matemáticas sino expandiendo el contexto en a veces asombrosas historias de ciencia ficción y fantasía. Ahora, investigadores en las universidades de Griffith y California nos dicen que no sólo existe una cantidad infinita de universos paralelos sino que interactúan entre ellos y que es precisamente esta interacción que hace que todo lo demás no tenga sentido.

Espera un poco... ¿qué es lo que no tiene sentido?

Eso que llaman “lo demás” se refiere a la física cuántica. Pues nada parece carecer del sentido que le damos al mundo macro como el comportamiento de las partículas cuánticas. Algunas parecen estar en dos lugares distintos al mismo tiempo, otras parecen transportarse o comunicarse en la lejanía con un enredo que nadie aún entiende. Y a eso se refieren Michael Hall del Centro de Griffith de Dinámica Cuántica, y Dirk-Andre Deckert de la Universidad de California, quienes indican que la existencia misma de los universos paralelos explica toda esa rareza que nos encontramos en la mecánica cuántica. Los investigadores nos recuerdan la teorías de los “Universos paralelos o Mundos múltiples”, propuesta por Hugh Everett en 1957. Y las cosas se ponen aún más extrañas.

“En la conocida teoría de los Universos paralelos, cada rama del universo se convierte en un montón de nuevos universos cada vez que se hace una medición cuántica”, escribieron en Phys.org.

Preparémonos para más chistes sobre Heisenberg, el gato y el electrón.

Y los científicos nos regalan esos ejemplos que suenan más a ficción que a ciencia; entre ellos, un universo donde Australia es colonizada por Portugal y otro donde el meteorito que acabó con el reino de los dinosaurios falló y no le dio a la Tierra, permitiendo una evolución completamente distinta.

Pero no todos están convencidos, por supuesto. Si estamos hablando de mundos que interactúan entre sí, entonces deberíamos observar comportamientos extraños a nuestro alrededor. Sin embargo, nuestro mundo macro no parece ser afectado por estos otros universos paralelos. ¿Por qué no?

Pues es donde entra la cuántica. Los científicos nos dicen que sólo somos un mundo más entre infinitos otros. Pero que existe una repulsión entre universos, y es esa fuerza que nos aleja de los demás universos la que origina el extraño comportamiento de la cuántica. No sólo eso, los físicos dicen que es posible detectar la existencia de estos otros mundos si se exploran nuevas formas de matemáticas y física.

“La belleza de nuestro enfoque es que si hay un solo mundo nuestra teoría se reduce a la mecánica newtoniana, mientras que si hay un número gigantesco de mundos se origina entonces la mecánica cuántica”, expresó Hall.

¿Sencillo, no? Así que cuando te hablen de extrañezas cuánticas, culpa a los universos paralelos.


Publicado en Physical Review X: https://journals.aps.org/prx/abstract/10.1103/PhysRevX.4.041013

lunes, 3 de noviembre de 2014

La teoría de cuerdas es la base de la física cuántica

El problema de esta teoría sigue siendo la ausencia de datos experimentales, sin embargo, una nueva propuesta afirma que la Teoría M puede ser la base esencial del universo.



Por Glenys Álvarez

Hay un chiste entre físicos que dice que publicaciones sobre la Teoría de Cuerdas son difundidas a un ritmo mayor que el de la velocidad de la luz. Aseguran, sin embargo, que no existe ningún problema al respecto ya que ninguna está transmitiendo información.

Si te hizo gracia la broma, pues aquí te traemos más noticias “sin información” sobre las cuerdas, esta vez, el análisis se realizó al revés para decirnos que la teoría es la base fundamental de la física cuántica. De acuerdo con dos investigadores de la Universidad de Carolina del Sur, una versión más amplia de la física de cuerdas, la llamada Teoría M, podría ser la base para toda la física.

“Esto resolvería el enigma sobre los orígenes de la mecánica cuántica, es decir, de dónde viene”, dijo Itzhak Bars, autor principal del artículo.

En esta ocasión, en lugar de usar la física cuántica para validar la teoría de cuerdas, lo hicieron al revés, utilizando las cuerdas para intentar validar la física cuántica. Una de las hipótesis en la publicación muestra un conjunto de principios fundamentales de la mecánica cuántica conocido como “reglas de conmutación”, la cual puede derivarse, nos dicen, de la geometría de las cadenas de unión y división de la teoría M.

Sabemos sobre la mecánica cuántica porque es asombrosamente exitosa como modelo del funcionamiento de las cosas en pequeña escala. Sin embargo, existe un gran enigma: las inexplicables reglas de conmutación cuántica que predicen la incertidumbre en la posición y el momento de cada punto en el universo.

Actualmente, no existe un conjunto único de normas para explicar todas las interacciones físicas que ocurren en el universo. Y aunque las propuestas de las cuerdas resuelven puntos esenciales como el problema de la gravedad en el mundo cuántico, no existen evidencias experimentales que puedan avanzar la búsqueda, aunque la teoría sigue llenando huecos.

“Es posible presentar nuestro argumento en una estructura matemática enormemente simplificada”, dijo Bars. “El ingrediente esencial es la suposición de que toda la materia está compuesta de cuerdas y que la única interacción posible es la unión/división, como especifica la versión de la teoría de campos de cuerdas”.

Una de las principales propuestas de la teoría sugiere que la unidad fundamental de la materia es una diminuta cuerda, no un punto, y que las únicas interacciones posibles de la materia son las cadenas que se dividen y se unen. Esto fue propuesto en la década de los setenta del siglo pasado, pero hoy todavía se discuten las reglas, entre ellas las conocidas dimensiones extra que explican algunas características de las subpartículas cuánticas como los quarks y los leptones. No obstante, no nos referimos a las reglas de interacciones físicas que ocurren en el mundo observable que ya han sido definidas por la mecánica clásica newtoniana, sino las que ocurren en un mundo 100 millones de veces más pequeño que un átomo.

“Estamos hablando de descripciones subatómicas, de saber cuáles fuerzas mantienen a los quarks y a los leptones juntos dentro de los protones, neutrones y núcleos de los átomos. La mecánica cuántica es a menudo contradictoria, allí descubrimos que partículas pueden estar en dos lugares al mismo tiempo, sin embargo, es una teoría que ha sido validada en varias ocasiones desde el átomo hasta los quarks y que se ha convertido en un marco preciso y de gran valor para la comprensión de las interacciones de la materia y la energía en distancias pequeñas”, escribieron.

“El desarrollo de la teoría de cuerdas exige coherencia con la mecánica cuántica. En este artículo invertimos el razonamiento y nos encontramos que las reglas de la mecánica cuántica en su estructura surgen de la naturaleza no conmutativa de las cuerdas en sus interacciones básicas de unión/división. Por lo tanto, en lugar de asumir las reglas de conmutación cuántica entre las variables canónicas habituales, las derivamos del proceso físico de las interacciones de cuerdas. Moralmente podríamos aplicar ese argumento a la teoría-M cubriendo así la mecánica cuántica para toda la física. Si las cuerdas o la Teoría M realmente subyacen toda la física, parece que la puerta se ha abierto a una explicación de los orígenes de la mecánica cuántica desde el punto de vista de los procesos físicos”, escribieron los autores.
La dificultad aún radica en el hecho de que no hay datos experimentales sobre el tema, por eso el chiste nos dice que no hay “información” en las publicaciones. Continuaremos esperando entonces que la capacidad tecnológica aumente, mientras tanto, las cuerdas y M siguen robusteciéndose con fórmulas matemáticas.



– Si desean leer la publicación completa (en inglés), pueden buscar el documento de Bars en colaboración con Dmitry Rychkov, que fue publicado en línea el 27 de octubre por la revista Physics Letters: http://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0370269314007862