Heidi Barr, era una joven atea que se crio que un hogar judío con un padre ateo. A los 16 años la joven tuvo un desafortunado accidente al caerse de un caballo. Según cuenta, fue un caballo desbocado el que asustó al caballo en el que ella iba haciéndole perder el control a su animal de monta de manera tal que este cayó sobre ella.
El golpe fue lo suficientemente fuerte como para generar alusiones visuales y auditivas de manera inmediata. Heidi dice que en el momento del fuerte golpe en la cabeza experimentó una sensación de separación de su cuerpo y flotó a varios metros de altura, observando la escena desde arriba.
“Me di vuelta para mirar por encima de mi hombro derecho y allí estaba un hombre conmigo. Y lo reconocí. Entonces se acercó y tenía una gran sonrisa en su rostro y le dije: ‘Hola, te conozco’, y era Jesús”.
“Cada célula de mi alma sabía todo acerca de quién era Él. No debería haber visto a Jesús. ¿Por qué debería verlo? Soy judío. Mi padre me dijo que Jesús era el mayor engaño perpetrado contra la humanidad… y sin embargo, Jesús estaba allí”, añadió.
“Lo conocía. Lo he conocido toda mi vida y lo amo. Lo he amado con todo mi ser. Para mí lo único que había era Jesús”, enfatizó.
Después de la alucinación causada por el golpe, y el fuerte impacto emocional que el accidente le causó, Heidi Barr decidió hacerse cristiana protestante. Heidi decidió contar su historia en el libro “Lo que vi en el cielo: La increíble historia real del día que morí, conocí a Jesús y regresé a la vida como una nueva persona”
Pero, ¿en realidad murió Heidi ese día? ¿hay alguna explicación racional para su experiencia?
En realidad Heidi no murió en el momento del accidente. La experiencia narrada por Heidi de verse flotar la escena y verla desde arriba ha sido documentada por varios pacientes en momentos cercanos a la muerte, donde la falta de oxígeno (hipoxia) es la responsable de la experiencia del túnel de luz, ampliamente conocido. La experiencia de abandono del cuerpo es producida por neurotransmisores particulares. Entre estos tenemos:
1. DMT (dimetiltriptamina)
Producción endógena: El DMT es una sustancia psicodélica que el cuerpo humano produce en pequeñas cantidades, posiblemente en la glándula pineal, aunque esto no está completamente confirmado. También se encuentra en el líquido cefalorraquídeo y en otros tejidos.
Relación con las experiencias extracorporales: Se ha sugerido que un aumento en los niveles de DMT, como podría ocurrir durante situaciones de estrés extremo, experiencias cercanas a la muerte (ECM) o sueños, puede inducir visiones o sensaciones de separación del cuerpo.
2. Glutamato
Función: Es el principal neurotransmisor excitatorio en el cerebro. Alteraciones en su actividad, especialmente en situaciones de estrés extremo o falta de oxígeno, pueden generar efectos disociativos.
Asociación con ECM: La liberación masiva de glutamato en momentos de hipoxia (falta de oxígeno) puede contribuir a las experiencias sensoriales anómalas y a la percepción alterada del cuerpo.
3. Endorfinas
Función: Son neurotransmisores opioides naturales del cuerpo que regulan el dolor y generan sensaciones de euforia.
Relación con las ECM: En situaciones de trauma o peligro extremo, los niveles de endorfinas aumentan significativamente, lo que puede generar estados alterados de conciencia y sensaciones de trascendencia.
4. GABA (ácido gamma-aminobutírico)
Función: Es el principal neurotransmisor inhibitorio del cerebro, implicado en la regulación de la excitación neural.
Relación con las experiencias extracorporales: Los estados disociativos pueden estar relacionados con un desbalance entre la actividad excitatoria (glutamato) e inhibitoria (GABA) en ciertas áreas cerebrales, como el lóbulo parietal.
5. Cortisol y otras hormonas del estrés
Función: Durante situaciones de alto estrés o trauma, el cortisol y la adrenalina preparan al cuerpo para la supervivencia.
Relación con las experiencias extracorporales: Estas hormonas pueden alterar la percepción y fomentar estados disociativos como mecanismo de defensa ante el dolor o el miedo extremo.
Conexión cerebral
Además de las sustancias químicas, ciertas áreas del cerebro, como el giro angular y el sistema límbico, están implicadas en la integración de la percepción corporal. Alteraciones en estas regiones, ya sea por actividad anormal, hipoxia o estimulación, pueden desencadenar la sensación de "abandonar el cuerpo" sin necesidad de una sustancia externa.
No ha sido la única
La alteración de la química cerebral ha desempeñado un papel en la historia de las religiones. Por ejemplo, se sabe que la señora Elena G. de White, cofundadora del adventismo, sufrió una fuerte pedrada en la cabeza en 1836, cuando contaba con solo once años de edad. El golpe fue tan fuerte que estuvo inconsciente varios días.
Un nuevo golpe, pero esta vez emocional, tuvo Elena G. White a los diecinueve años. Corría el año 1844 y el predicador William Miller, tras varios cálculos numéricos sacados de la Biblia, predicó por los EE.UU. que Jesús regresaría el 22 de octubre de ese año. Y pues como siempre suele pasar tras esos anuncios, nada pasó. Jesús no regresó.
Esa gran decepción religiosa tuvo un profundo impacto en Elena quien empezó a tener visiones en la que llegaban a una solución: La fecha de profecía era correcta, solo que Jesús no regresaba a la Tierra sino empezaba a juzgar a los humanos. ¡Porque claro, un Dios omnisapiente tiene que analizar expedientes de los humanos, como si fuera un fiscal o un juez humano en la Tierra!
Otras personas con visiones fueron Ignacio de Loyola, después de un accidente con una bala de cañón, Juana de Arco, Mahoma y Teresa de Ávila.
Un golpe en el lobulo temporal puede desencadenar epilepsia de lóbulo temporal. Este tipo de epilepsia se ha documentado asociado a alucinaciones visuales y auditivas, en el que las algunos pacientes manifiestan una hiperreligiosidad. Elena g. de White es una candidata que encaja muy bien en este cuadro. También un golpe en la cabeza puede explicar las visiones de Heidi Barr, la chica que creció en un hogar ateo pero que pasó a creyente con la que iniciamos esta entrada.
¿Y tú qué opinas?
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