jueves, 22 de octubre de 2009

¿En dónde quedaron los milagros de Dios?

Los hombres de la Edad de Bronce, en el 3.000 A.C., parece que tuvieron ayudas significativas para basar su fe en evidencias. El maná caia del cielo, el mar fue abierto ante sus ojos, su voz fue escuchada en el monte Sinaí, habló de cerca a algunos: Moisés, Noé, Samuel, etc.

Según el relato del libro del Éxodo, los israelitas creyeron hasta que el dios Yavhé abrió el mar Rojo. Dice el relato bíblico:

"Y vió Israel aquel grande hecho que Jehová ejecutó contra los Egipcios: y el pueblo temió á Jehová, y creyeron á Jehová y á Moisés su siervo". Éxodo 14: 31

Lo anterior lleva a proponer que el dios Jehová tiene planes discriminativos - y no tocaré el tema del Pueblo Elegido, por cuya causa han habido derramamientos de sangre- sino al hecho que el veterotestamentario dios le da pruebas a unos y le exige fe ciega a otros. A los de nuestros tiempos para ser más exactos. La época de los grandes prodigios ha quedado en el pasado.

Tocará conformarnos con la cara de Jesús en alguna tostada o en la curación de alguna enfermedad, que coincidencialmente, tiene algún porcentaje de remisión. Pero por favor, no esperen que una extremidad amputada crezca ante la vista, por más que brinquen todos los pastores pentecostales a la vez. ¡Qué afortunadas las estrellas de mar!

Este tema, el de los milagros, es abordado por el caricaturista chileno Alberto Montt, en la viñeta que reproducimos aquí.

Aparece Dios diciendo: Todavía puedo curar uno que otro enfermo, hacer que un equipo de fútbol no baje a la segunda división o aparecer en una mancha de humedad. Pero, hacer que caiga alimento del cielo, dividir el océano, convertir ríos en sangre o cualquiera de esas cosas grandiosas de la juventud, se me hace terriblemente difícil.

…Hace rato les habría enviado un nuevo diluvio!

Pueden comentarla en su blog, o en este.

También los invitamos a leer la entrada "Se un poco más directo Señor", en la que tocabamos este mismo tema.

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