Por Glenys Álvarez
Estudios han encontrado que toma
entre 15 a 254 días formar un hábito de verdad. Más aún,
investigaciones sugieren que en un promedio, el 40% de las
actividades diarias que hace la gente es realizada en el mismo
contexto todos los días. Ciertamente, existe un componente
repetitivo en una conducta habitual, los hábitos, nos dicen, son el
resultado de un aprendizaje de asociación.
“Encontramos patrones de
comportamiento que nos permiten alcanzar metas. Repetimos lo que
funciona y, cuando estas acciones se repiten en un contexto estable,
formamos asociaciones entre señales y respuestas”, explica Wendy
Wood durante su conferencia en la Reunión Anual 122ª de la
Asociación Americana de Psicología.
La investigadora asegura que un
hábito tiene una señal neuronal reconocible. Primero, indica,
debemos pensar que estamos hablando de dos distintos contextos en el
cerebro: el primero tiene que ver con intenciones y metas, el segundo
tiene que ver con un patrón repetitivo que funciona sin requerir la
atención de la persona.
Veamos este estudio que realizaron
los investigadores, tiene que ver con las rositas de maíz o popcorn,
ese comestible tan popular en los cines del mundo. Los investigadores
probaron distintos grupos, en el primer conjunto, los grupos debían
comer el popcorn y decir cuál le gustaba más, uno que estaba fresco
y otro que no. Por supuesto, todos eligieron las rositas de maíz
frescas como las mejores. Sin embargo, cuando se pone otra variable
en el medio y se cambian las señales en el contexto, las personas
cambian la intención y no están tan atentas al estado del popcorn.
En el nuevo experimento, los sujetos no notaron la diferencia entre
el popcorn fresco y el que no lo estaba, debido a que muchos ya
tenían el hábito de comerlo mientras ven la película, sin pensar
en ello.
Lo que ocurre es que cuando el
cerebro encuentra una acción que funciona, ya sea brindándonos
placer o produciendo resultados positivos sobre algo, repetirla todos
los días en el mismo contexto borra la intención, y nuestra
atención para alcanzar esas metas, y puede enfocarse en otras
acciones mientras la repite de forma automática. Cuando estás
aprendiendo una respuesta asociativa, entran en acción los ganglios
basales, que son parte de la corteza prefrontal y ayudan en la
memoria de trabajo o a corto plazo, para que puedas tomar decisiones.
Al repetir el comportamiento en el mismo contexto, la información se
reorganiza en el cerebro. En vez de permanecer en los ganglios se
mueve hasta el motor sensorial que sostiene las representaciones de
las asociaciones de respuesta a señales. En otras palabras, el
cerebro ya no retiene la información sobre el objetivo o resultado.
Este cambio de objetivo ayuda a explicar por qué nuestros hábitos
son conductas tan rígidas.
“Hay una dualidad mental en juego.
Cuando nuestra mente intencional participa, actuamos hacia el
cumplimiento de un resultado que deseamos y, típicamente, somos
conscientes de nuestras intenciones. Las intenciones pueden cambiar
rápidamente, porque podemos tomar decisiones conscientes acerca de
lo que queremos hacer en el futuro, lo que puede ser diferente al
pasado. Sin embargo, cuando la mente habitual se enciende, nuestros
hábitos funcionan en gran medida fuera de la consciencia. No podemos
fácilmente articular cómo hacemos nuestros hábitos o por qué los
hacemos, tampoco podemos cambiarlos fácilmente. Nuestras mentes no
siempre se integran de la mejor manera posible. Incluso cuando sabes
la respuesta correcta, no puedes cambiar el comportamiento habitual”,
dice Wood.
¿Consejos?
Para Wood, muchos programas que
desean ayudar a los demás a cambiar ciertos hábitos, se concentran
más en la intención. Sin embargo, es en la repetición como
resultado del contexto y las señales que produce esa forma
automática en que desempeñamos nuestros hábitos; por eso fallan a
largo plazo. Ciertamente, al principio las personas se sienten
motivadas y emocionadas por alcanzar las metas, ya que muchos de
estos programas cambian la intención, enseñan la teoría; pero no
logran borrar el patrón o eliminar el hábito que regresa
fuertemente una vez se encuentran con las señales apropiadas.
Recuerda dos cosas, asegura Wood,
cambiar el contexto y repetir nuevos patrones. Como dijimos al
principio, si logras esperar entre dos semanas a casi un año, y
cambiar lo que te rodea de alguna forma, ya sea grande o pequeña,
para no reaccionar a las mismas señales de siempre, a lo mejor
formes un nuevo hábito que realmente te beneficie.
Publicado en el diario:
http://www.spsp.org/
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