Estados Unidos, al contrario que Europa, prefiere la explicación bíblica a la científica.
Fuente: Periodista Digital
Ocho de cada diez españoles consideran que la religión no debe poner límites a los avances de la ciencia, según un estudio de la Fundación BBVA realizado en diez países europeos y Estados Unidos.
En el mismo, se afirma que casi la mitad de los ciudadanos de España (47%) creen que la ética tampoco debe confrontar con la investigación científica. El informe también apunta que la anestesia, la lavadora, los medios de transporte y la energía solar se sitúan entre los inventos más valorados de la era moderna.
En la primera parte del estudio se había analizado el grado de conocimiento y cercanía a la ciencia en las distintas sociedades y ahora se trata de abordar la dimensión valorativa de esa cultura, incluyendo las percepciones y valoraciones acerca de la ciencia en conjunto, de las aplicaciones tecnológicas derivadas de la misma, las posibles tensiones entre la ciencia y la religión, así como las expectativas acerca de la ciencia en el medio plazo.
Los ciudadanos de todos los países valoran positivamente el papel de la ciencia y la tecnología como motor del progreso, su contribución a la mejora de la salud, la cultura, la forma de entender el mundo y la reducción de temores del pasado. No obstante, las percepciones están divididas respecto a la idea de que «la ciencia tiene respuestas para todos los grandes problemas».
Los españoles se acercan a la media europea en la percepción de las fortalezas de la ciencia, destacando por la valoración que hacen de su papel en la mejora de la salud -una valoración de 7,9 sobre 10- y su contribución a la cultura de la sociedad -valorada con un 7,3-.
La mayoría en todos los países se muestra en desacuerdo con que la ciencia «perjudica más que beneficia al medio ambiente», pero eso no supone dar «carta blanca» a la modificación del medio natural por los científicos, ya que prevalece el acuerdo respecto a que «los científicosno deberían cambiar el funcionamiento de la naturaleza». En cambio, los ciudadanos están divididos a la hora de valorar si la ciencia afecta negativamente a la religión.
Al valorar las aplicaciones científicas y tecnológicas que hicieran posible la mejora de la vida de las personas en los próximos 25 años, la energía solar, los ordenadores e internet son las que generan expectativas más positivas en todos los países (el 88%, el 73% y el 67% de los europeos creen que mejorarán nuestra vida respectivamente).
La nanotecnología es la aplicación sobre la que existe mayor desconocimiento, aunque con diferencias notables por países. Mientras que la mitad de los españoles, el 40% de los polacos y el 37% de los británicos no sabe cuál pueda ser el efecto que podrá tener en nuestras vidas en los próximos 25 años la nanotecnología, sólo el 16% de los holandeses y el 13% de los daneses no se pronuncian sobre esta cuestión. En el resto de países el porcentaje se sitúa entre el 20% y el 30% de no-respuesta.
Los españoles destacan por su optimismo relativo hacia el conjunto de las aplicaciones. Se muestran especialmente favorables (muy por encima de la media europea) respecto a los efectos de las nuevas tecnologías en nuestra vida: el 87%, el 83% y el 82% creen que los ordenadores, Internet y la telefonía móvil respectivamente mejorarán nuestra vida en los próximos 25 años, frente a la media europea de 73%, 67% y 61%. Más del 70% de los estadounidenses y de los europeos (el 73% en España) creen que en 25 años la ciencia podrá curar la mayoría de los tipos de cáncer, y en torno al 60% piensa que la ciencia hará posible eliminar antes de nacer los principales factores genéticos responsables de enfermedades graves (el 69% en España).
De los inventos presentados en seis áreas (telecomunicaciones, vida cotidiana, salud, transporte, biotecnología y energía), los vinculados con el transporte son los mejor valorados, seguidos por los de salud. La valoración de las innovaciones en biotecnología son las que suscitan más reservas, sobre todo, en Europa, siendo algo más moderadas en Estados Unidos.
En concreto, los inventos que se sitúan en la parte más alta de la valoración positiva en cada área son la lavadora, la anestesia, la bicicleta y la energía eléctrica producida por el sol. En el otro extremo, los pesticidas, la modificación genética de animales y la clonación de animales son las que obtienen las valoraciones más negativas.
La valoración que realizan los españoles sobre los distintos inventos tiende a superar la obtenida en la media europea. En la presentación del informe, Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, explicó que esta baja estima a la clonación o modificación genética de alimentos se debe a que las personas valoran los patrones de la naturaleza, y por esto no piensan que deban hacerse modificaciones radicales de la misma.
La mayoría de los ciudadanos de las 11 sociedades examinadas cree que la ética debería poner límites a los avances científicos (el 54% en la media europea). Los españoles, junto con los holandeses, son los únicos que están más divididos: el 41% de los españoles cree que la ética debería poner límites a los avances científicos frente al 47% que cree que no debería hacerlo. Esta importancia laxa a la ética en los españoles, explica Pardo se debe en gran medida a dos factores: desconocimiento y sentido práctico de la ciencia. «En España la comprensión de la ciencia no es mucha en comparación con otros países europeos. Entonces, ¿cómo la evalúa? Por el valor que tiene la ciencia en la vida cotidiana», ha señalado Pardo, que apunta que los españoles relacionan la ciencia al progreso y a la mejora de patrones de la calidad de vida. «En ese sentido todo lo que limite ese avance lo ven como negativo. La imagen de la ciencia es menos sofisticada que en otros países», resume el director de la Fundación BBVA.
Cuando se trata de la religión, predomina en todos los países la percepción de que la religión no debería poner límite a los avances científicos (el 72% en la media europea y el 80% en España). En cuanto al origen y evolución de los seres humanos, en Europa predomina claramente la explicación científica (el 64%), mientras que en Estados Unidos una mayoría que cree que Dios creó a los seres humanos más o menos con su forma actual. Los españoles se sitúan muy cercanos a la media europea, con un 65%. Asimismo, respecto al origen del universo, en Europa (52%) prevalece la explicación científica (Big-Bang) del origen del universo, situándose los españoles cerca de la media, con el 51%. De nuevo aquí los estadounidenses se diferencian y un 59% piensa que fue un acto de Dios. En el caso de los Estados Unidos se puede apreciar como contradictorio ya que es un país con gran avance tecnológico y gran cantidad de investigaciones y publicaciones científicas. Sin embargo, su población aún concibe como verdadera la teoría creacionista y que Dios creo a los seres humanos.
Rafael Pardo explica que EE.UU es catalogado como país desarrollado por su actividad comercial, pero tiene características de países subdesarrollados como el fuerte apego a la religión o el patriotismo. Atañe esta creencia religiosa a la proliferación de religiones con una interpretación literal de la Biblia. Por lo tanto la comunidad «trata de evitar la disonancia cognitiva, excluyendo la teoría de la creación de dominio de la ciencia».
Ocho de cada diez españoles consideran que la religión no debe poner límites a los avances de la ciencia, según un estudio de la Fundación BBVA realizado en diez países europeos y Estados Unidos.
En el mismo, se afirma que casi la mitad de los ciudadanos de España (47%) creen que la ética tampoco debe confrontar con la investigación científica. El informe también apunta que la anestesia, la lavadora, los medios de transporte y la energía solar se sitúan entre los inventos más valorados de la era moderna.
En la primera parte del estudio se había analizado el grado de conocimiento y cercanía a la ciencia en las distintas sociedades y ahora se trata de abordar la dimensión valorativa de esa cultura, incluyendo las percepciones y valoraciones acerca de la ciencia en conjunto, de las aplicaciones tecnológicas derivadas de la misma, las posibles tensiones entre la ciencia y la religión, así como las expectativas acerca de la ciencia en el medio plazo.
Los ciudadanos de todos los países valoran positivamente el papel de la ciencia y la tecnología como motor del progreso, su contribución a la mejora de la salud, la cultura, la forma de entender el mundo y la reducción de temores del pasado. No obstante, las percepciones están divididas respecto a la idea de que «la ciencia tiene respuestas para todos los grandes problemas».
Los españoles se acercan a la media europea en la percepción de las fortalezas de la ciencia, destacando por la valoración que hacen de su papel en la mejora de la salud -una valoración de 7,9 sobre 10- y su contribución a la cultura de la sociedad -valorada con un 7,3-.
La mayoría en todos los países se muestra en desacuerdo con que la ciencia «perjudica más que beneficia al medio ambiente», pero eso no supone dar «carta blanca» a la modificación del medio natural por los científicos, ya que prevalece el acuerdo respecto a que «los científicosno deberían cambiar el funcionamiento de la naturaleza». En cambio, los ciudadanos están divididos a la hora de valorar si la ciencia afecta negativamente a la religión.
Al valorar las aplicaciones científicas y tecnológicas que hicieran posible la mejora de la vida de las personas en los próximos 25 años, la energía solar, los ordenadores e internet son las que generan expectativas más positivas en todos los países (el 88%, el 73% y el 67% de los europeos creen que mejorarán nuestra vida respectivamente).
La nanotecnología es la aplicación sobre la que existe mayor desconocimiento, aunque con diferencias notables por países. Mientras que la mitad de los españoles, el 40% de los polacos y el 37% de los británicos no sabe cuál pueda ser el efecto que podrá tener en nuestras vidas en los próximos 25 años la nanotecnología, sólo el 16% de los holandeses y el 13% de los daneses no se pronuncian sobre esta cuestión. En el resto de países el porcentaje se sitúa entre el 20% y el 30% de no-respuesta.
Los españoles destacan por su optimismo relativo hacia el conjunto de las aplicaciones. Se muestran especialmente favorables (muy por encima de la media europea) respecto a los efectos de las nuevas tecnologías en nuestra vida: el 87%, el 83% y el 82% creen que los ordenadores, Internet y la telefonía móvil respectivamente mejorarán nuestra vida en los próximos 25 años, frente a la media europea de 73%, 67% y 61%. Más del 70% de los estadounidenses y de los europeos (el 73% en España) creen que en 25 años la ciencia podrá curar la mayoría de los tipos de cáncer, y en torno al 60% piensa que la ciencia hará posible eliminar antes de nacer los principales factores genéticos responsables de enfermedades graves (el 69% en España).
De los inventos presentados en seis áreas (telecomunicaciones, vida cotidiana, salud, transporte, biotecnología y energía), los vinculados con el transporte son los mejor valorados, seguidos por los de salud. La valoración de las innovaciones en biotecnología son las que suscitan más reservas, sobre todo, en Europa, siendo algo más moderadas en Estados Unidos.
En concreto, los inventos que se sitúan en la parte más alta de la valoración positiva en cada área son la lavadora, la anestesia, la bicicleta y la energía eléctrica producida por el sol. En el otro extremo, los pesticidas, la modificación genética de animales y la clonación de animales son las que obtienen las valoraciones más negativas.
La valoración que realizan los españoles sobre los distintos inventos tiende a superar la obtenida en la media europea. En la presentación del informe, Rafael Pardo, director de la Fundación BBVA, explicó que esta baja estima a la clonación o modificación genética de alimentos se debe a que las personas valoran los patrones de la naturaleza, y por esto no piensan que deban hacerse modificaciones radicales de la misma.
La mayoría de los ciudadanos de las 11 sociedades examinadas cree que la ética debería poner límites a los avances científicos (el 54% en la media europea). Los españoles, junto con los holandeses, son los únicos que están más divididos: el 41% de los españoles cree que la ética debería poner límites a los avances científicos frente al 47% que cree que no debería hacerlo. Esta importancia laxa a la ética en los españoles, explica Pardo se debe en gran medida a dos factores: desconocimiento y sentido práctico de la ciencia. «En España la comprensión de la ciencia no es mucha en comparación con otros países europeos. Entonces, ¿cómo la evalúa? Por el valor que tiene la ciencia en la vida cotidiana», ha señalado Pardo, que apunta que los españoles relacionan la ciencia al progreso y a la mejora de patrones de la calidad de vida. «En ese sentido todo lo que limite ese avance lo ven como negativo. La imagen de la ciencia es menos sofisticada que en otros países», resume el director de la Fundación BBVA.
Cuando se trata de la religión, predomina en todos los países la percepción de que la religión no debería poner límite a los avances científicos (el 72% en la media europea y el 80% en España). En cuanto al origen y evolución de los seres humanos, en Europa predomina claramente la explicación científica (el 64%), mientras que en Estados Unidos una mayoría que cree que Dios creó a los seres humanos más o menos con su forma actual. Los españoles se sitúan muy cercanos a la media europea, con un 65%. Asimismo, respecto al origen del universo, en Europa (52%) prevalece la explicación científica (Big-Bang) del origen del universo, situándose los españoles cerca de la media, con el 51%. De nuevo aquí los estadounidenses se diferencian y un 59% piensa que fue un acto de Dios. En el caso de los Estados Unidos se puede apreciar como contradictorio ya que es un país con gran avance tecnológico y gran cantidad de investigaciones y publicaciones científicas. Sin embargo, su población aún concibe como verdadera la teoría creacionista y que Dios creo a los seres humanos.
Rafael Pardo explica que EE.UU es catalogado como país desarrollado por su actividad comercial, pero tiene características de países subdesarrollados como el fuerte apego a la religión o el patriotismo. Atañe esta creencia religiosa a la proliferación de religiones con una interpretación literal de la Biblia. Por lo tanto la comunidad «trata de evitar la disonancia cognitiva, excluyendo la teoría de la creación de dominio de la ciencia».
Muy interesante, sinceramente nunca hubiese creido que los americanos tendian tan significativamente a descartar la teoria del big-bang y apoyar tanto a la de el creacionismo. Les veia mas pinta de que eran mas por el lado cientifico y menos religiosos, en cambio veia a Europa como mas religiosa y menos cientifica. Quien lo hubiera dicho, muy interesante
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