viernes, 19 de mayo de 2017

Se empieza a cobrar impuestos a las Iglesias en Montreal

La exención total de impuestos a las iglesias se ha levantado, parcialmente, en Montreal, Canadá.

La mayor ciudad de la provincia del Quebec ha decidido dejar sin cobro de impuesto solo a los lugares destinados para el culto y empezar a cobrarlo a los edificios anexos propios de las iglesias, como librerías, bodegas, auditorios y demás.

También las iglesias que han cerrado y que dejan de realizar servicios religiosos se hacen inmediatamente merecedoras de cobro de los impuestos locales.

Joel Coppetiers, el pastor de la iglesia presbiteriana de Cote des Neiges, se sorprendió cuando su institución recibió por primera vez un impuesto municipal a principios de 2015. Los encargados del fisco cobraban por los espacios no destinados al culto, tal como se hace con los demás predios de la ciudad. Los funcionarios locales consideran que es una manera justa en que todos apoyan el crecimiento de la ciudad. Coppetiers no está de acuerdo. Para el concejal cristiano Peter McQueen esto va en detrimento de las iglesias y de la posibilidad de que puedan predicar. "Ya nuestras iglesias están en peligro, están teniendo una serie de problemas financieros y esto es un golpe más bajo"

Bill Maher, un ateo estadounidense aplaudió la decisión de sus vecinos canadienses. "La religión se ha utilizado para justificar todo, desde la mutilación genital hasta el genocidio. Muchas veces se aumenta el impuesto sobre el tabaco para que los niños no tengan cáncer, OK. Pero pongamos uno a la escuela dominical para que no se vuelvan estúpidos".

El alegato de muchos no religiosos y creyentes no afiliados es que toda exención de impuestos es un favorecimiento económico y de esa manera el estado termina subvencionando la religión. Si miramos que además se han recortado presupuesto a la ciencia, cultura y educación, tenemos que el Estado está prefiriendo la protección de la religión sobre la investigación científica. De hecho el pasado 22 de abril miles de personas salieron a protestar por el recorte de presupuesto a la investigación científica en Estado Unidos y en otros países.

En el contexto latinoamericano, solo Colombia se planteó la posibilidad de empezar a cobrar impuestos a las iglesias en el 2016, pero la propuesta fue rechazada gracias a la fuerte presencia de los pastores en la política y sus estrechos laxos con la ultraderecha.

En su momento el diario El Espectador presentó las siguientes razones por la cuales las iglesias deberían pagar impuestos en una columna editorial:
Primero, la exención tributaria lo que hace, en la práctica, es que les otorga a las instituciones religiosas un beneficio financiero que no reciben otras iniciativas de origen laico. Entonces, el Estado, que se dice separado de la iglesia, termina privilegiando a los cultos. Eso significa que una persona no creyente está recibiendo un trato distinto a un creyente, única y exclusivamente por cuestión de su religión. ¿Está justificada esa discriminación?
Segundo, la exención es un privilegio que no puede asociarse con la libertad de cultos. De hecho, imponer un régimen tributario igual para organizaciones laicas y religiosas lo que garantiza es que el Estado no entre a definir qué cultos ameritan la exención y cuáles no, dando vía libre a que las personas se organicen alrededor de las creencias que deseen. Por supuesto, tampoco se trata de que mediante cargas tributarias se censure un culto, pero eso puede definirse con una regulación adecuada, no con la exención.
Tercero, la exención causa que el Estado no cobre impuestos que, de tratarse de un particular laico, sí cobraría. Esa falta de recaudo implica que los impuestos de todos los colombianos, entre los que se encuentran personas ateas y otras que no están de acuerdo con ciertas religiones, vayan a suplir ese vacío, utilizando los recursos de todos para subsidiar el privilegio de unos cuantos (que, aunque sean mayoría, no han justificado esa diferenciación). 
Cuarto, cada vez más algunas iglesias se han convertido en espacios de participación política activa. Eso no es malo, pero si la organización de los cultos se va a utilizar para intervenir en los asuntos de la democracia, ¿no deberían entonces someterse a las reglas que cumplen todas las otras organizaciones con facetas políticas?
¿Y usted qué opina?

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