Año tras año, la genética forense desarrolla nuevas técnicas para atrapar criminales y eliminar sospechosos, el objetivo es que las evidencias sean más precisas y con menos margen de error. Ahora, investigadores se acercan a dibujar el rostro de un criminal con el simple análisis de un fragmento de tu ADN
Por Glenys Álvarez
En 1986, el científico británico Alec Jeffreys puso a prueba el análisis de ADN para resolver un crimen. Jeffreys había estado trabajando durante años en obtener una forma para distinguir el ADN de cada persona con más precisión que una huella digital.
Mientras tanto, en Estados Unidos Kary Mullis experimentaba con lo que se conoce como reacción en cadena de la polimerasa. Ambas técnicas hoy sirven para analizar múltiples fragmentos de ADN que dan lugar al patrón tradicional de código de barras que permite una mayor precisión a la hora de detener o eliminar personas de listas de crímenes. Precisamente, en 1987 en Florida, el violador Tommy Lee Andrews fue la primera persona en ser condenada en Estados Unidos, por los resultados del análisis de ADN.
Hoy en día, Reino Unido tiene el archivo de datos de ADN más grande en todo el mundo, con más de dos millones de fragmentos de ADN de individuos. Y aunque los problemas éticos continúan a la orden del día, especialmente respecto a la privacidad y lo que podría ser el mal uso de esta información por parte de compañías de seguros médicos, por ejemplo, la genética forense ha desarrollado aún más formas de utilizar el ADN a favor de las víctimas. No sólo eso, personas que han estado en prisión durante años por crímenes que no cometieron, han podido obtener su libertad cuando abogados abrieron sus casos y descubrieron mejor información con pruebas de ADN.
Ahora, otro tipo de análisis está en desarrollo. Se trata de sacar tu retrato del análisis de un fragmento de tu genoma. Sabemos bien que el ADN puede decirnos el color de tu piel, algunos colores del cabello y de tus ojos; no obstante, los científicos han ido más allá, descubriendo otros patrones en el rostro de la persona que pueden ser inferidos a través del análisis de fragmentos de ADN encontrados en la escena del crimen.
En 2012, por ejemplo, un equipo dirigido por Manfred Kayser del Centro Médico de la Universidad Erasmus en Rotterdam, Países Bajos, identificó cinco variantes genéticas que pueden decirnos algunas formas de la cara de una persona.
“En el estudio, se buscaron genes que afectan las posiciones relativas de nueve puntos de referencia faciales, incluyendo el centro de cada globo ocular y la punta de la nariz”, escribieron los investigadores.
El año pasado, un equipo dirigido por Mark Shriver, de la Universidad Estatal de Pensilvania, seleccionó 592 personas descendientes de África Occidental y Europa que vivían en Estados Unidos, Brasil y Cabo Verde. Hicieron una máscara digital de todas estas caras y las combinaron, obteniendo así una cara promedio; desde allí, los investigadores medirían variables, características tales como la fuerza del arco superciliar, la separación entre los ojos, la anchura de la nariz, y la forma del surco del filtrum o subnasal, cualidades que han sido casi imposibles de trazar de forma científica ya que los genes exactos que controlan estas formas sutiles son evasivos y numerosos. En estos experimentos, el sexo y la ascendencia fueron primordiales, es decir, si te ves como hombre o mujer y si pareces más un italiano o un ghanés.
“Las diferencias entre la ascendencia europea y africana se pueden encontrar en los labios y la nariz, mientras que las diferencias entre los sexos se pueden encontrar alrededor de los ojos, las mejillas y el puente de la nariz”, escribió el equipo para el diario PLoS.
Los científicos continúan desarrollando avances en el área. En enero de este año, la doctora Susan Walsh, especialista en genética forense en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Indiana-Purdue en Indianapolis, Estados Unidos, ha sido galardonada con 1,1 millones de dólares del Departamento del Instituto Nacional de Justicia de Estados Unidos para desarrollar y mejorar las herramientas de inteligencia con ADN, especialmente aquellas que pueden ayudar a identificar a sospechosos desconocidos, autores de crímenes y personas desaparecidas.
Walsh explica que se trata de analizar el fenotipo de ADN forense para predecir las características externamente visibles a partir de material genético.
“Predecir el color cuantitativo, no sólo si es azul o marrón sino la sombra precisa o el pigmento, en términos de los ojos, el pelo o color de la piel de un individuo desconocido, puede ayudar en la aplicación de leyes, a los arqueólogos y a otros investigadores que necesitan información para identificar a una persona específica o determinar una reserva potencial de sospechosos tanto en su acusación como en la eliminación de los mismos”.
La imagen es del doctor Mark Shriver, de la Universidad Estatal de Pensilvania, donde nos muestra ejemplos de fotos de individuos y los dibujos digitales obtenidos a través de las lecturas de su ADN.
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