sábado, 8 de junio de 2019

La insólita persecución a un profesor ateo en Lebrija, Colombia

Al licenciado en ciencias sociales le asignaron la clase de religión y tras realizar un taller que traía a colación la doctrina de una congregación satanista se armó el lío


La denuncia de Jaime Sánchez, un profesor que dicta cátedra de religión en el Colegio Integrado Nuestra Señora de las Mercedes (curioso nombre para un colegio público) en el municipio de Lebrija (Santander), sería difícil de creer si no fuera porque el caso fue denunciado en una sesión del concejo municipal donde hizo presencia Eleazar Muñoz, sacerdote del municipio que preside la parroquia San Pedro Apóstol, haciendo las veces de guía espiritual. La sesión del concejo que quedó grabada en video debido a que fue transmitida en vivo a través de Facebook muestra lo que parece ser una reunión de la congregación para la doctrina de la fe y no una sesión de un concejo municipal que en un Estado laico no debería ser plataforma para perseguir profesores por razón de sus creencias o descreencias.

El problema se origina porque el profesor, un licenciado en ciencias sociales que fue designado en el área de religión, decidió que su clase no sería una plataforma para adoctrinar a los estudiantes en la fe católica como suele suceder en muchos casos donde la prohibición explícita en el decreto 4500 del 2006 (Art. 6) del Ministerio de Educación Nacional es ignorada olímpicamente, convirtiendo la cátedra de religión en una plataforma para hacer proselitismo a la fe católica.

En un trabajo de compresión de lectura y en aras de mostrar el espectro de creencias que nos rodean, Jaime Sánchez usó un compendio de normas propias de una congregación satanista obtenidas a través de fuentes en internet, lo que ha causado la indignación de padres de familia, concejales y obviamente el sacerdote del pueblo.

En la insólita sesión del concejo se propone el envío de una carta a la Secretaría de Educación con copia al gobernador donde se adjunta la supuesta prueba de que el profesor está impartiendo enseñanzas satánicas a los estudiantes y se solicita el traslado del docente. Uno de los concejales va más lejos y se pregunta cómo es posible que un profesor ateo puede ser designado en el área de religión y acto seguido un concejal más joven propone una especie de escrache contra el profesor denunciado mediante el uso de redes sociales para exhibir el caso y que exista el debido escarmiento.

Jaime Sánchez explica que lo que en realidad ocurrió es que en el proceso educativo y con el propósito de mostrar las distintas expresiones religiosas a sus alumnos promovió un taller de comprensión de lectura usando la doctrina de una congregación satanista como se podría hacer con el islamismo, el judaísmo, el zoroastrismo o cualquier expresión de la religión en el mundo que debe ser conocida por los estudiantes para recibir una cátedra religiosa objetiva e imparcial como lo ordena el decreto 4500 de 2006 del Ministerio de Educación Nacional que en su artículo 6 prohíbe explícitamente que la cátedra de religión se use de manera ocasional o total para hacer proselitismo a una determinada religión como ocurre en la vergonzosa sesión del concejo municipal, convertida en un tribunal eclesiástico presidido por un sacerdote.

No hace falta mucho sentido común para entender de que lo que en realidad está sucediendo con el profesor Jaime Sánchez, acusado de enseñar doctrinas diabólicas a sus alumnos, se trata de la típica persecución a un docente ateo cuya falta de fe es popularmente relacionada con el satanismo y el demonio propio de la doctrina cristiana presentado como el enemigo del dios en la fe católica profesada por el sacerdote y los concejales de Lebrija.

Al observar el video y todas las intervenciones es inevitable no preguntarnos cómo es posible que acusen a un profesor identificado como ateo de promover prácticas satánicas y malignas entre sus estudiantes. Un ateo por definición no cree en dios y como consecuencia tampoco cree en su antagonista mitológico conocido como el Diablo o Satanás, ambas deidades son parte fundamental de la fe católica y los ateos no creemos en la existencia de ninguna. ¿Los concejales de Lebrija no están en capacidad de diferenciar a un ateo de un satanista? Asimismo cabe preguntarnos, ¿por qué un ateo no puede dictar clase de religión en un colegio público? ¿Acaso el objetivo de la clase de religión es promover una determinada creencia contrario a lo que se ordena desde el Ministerio de Educación Nacional? ¿Entonces lo que quieren los concejales, el sacerdote del pueblo y los padres de familia indignados es que la clase de religión sea una catequesis católica como si el colegio fuera un centro de adoctrinamiento similar a una iglesia?

Cabe resaltar que el aparente ambiente de respeto y tolerancia que se aprecia en la sesión del concejo de Lebrija denunciada en el presente artículo no puede ser pretexto para atenuar la realidad de lo que está ocurriendo. No se puede hablar de respeto y tolerancia cuando de manera explícita se está solicitando el traslado de un profesor con base en una acusación falsa solo por ser ateo y ofrecer una clase de religión como debe ser: imparcial, objetiva y sin proselitismo cristiano o católico, mostrando la amplia gama de creencias y religiones con sus particularidades, sismas, disidencias y pilares. Las asociaciones ateas del país especialmente la Corporación Bogotana para el Avance de la Razón y el Laicismo (Bogotá Atea) y la Asociación de Ateos de Bogotá ya están al tanto de este caso y estaremos atentos a las declaraciones oficiales de las autoridades competentes para realizar el debido seguimiento y, de ser necesario, poner en conocimiento de las autoridades las respectivas denuncias ante este presunto caso de acoso laboral, injuria y calumnia y discriminación con pretextos religiosos.

El presente caso es un campanazo de alerta para que el ministerio del interior y las entidades correspondientes a nivel departamental y municipal encargadas de desarrollar las políticas de libertad de culto y conciencia se aseguren de incluir de manera clara en sus políticas públicas a los ciudadanos ateos, agnósticos y no creyentes en general debido a que dicho sector de la población se encuentra en circunstancia de debilidad manifiesta y por nuestra condición de “no religiosos” carecemos de personería jurídica especial registrada ente el ministerio del interior y al tratarse de una minoría casi imperceptible en la sociedad constantemente somos víctimas del abucheo, la estigmatización y la satanización por parte de sectores religiosos mayoritarios en Colombia.

No es la primera vez que casos como estos ocurren en el país.

En el año 2016, el periódico La Nación del departamento del Huila denunció el calvario vivido por el profesor Miguel Trujillo, docente de filosofía del colegio Simón Bolívar de Garzón (Huila), que por cuestionar ciertas cosas en sus cátedras terminó enfrentado con padres de familia, directivos del colegio y con el párroco del barrio que azuzaba desde el púlpito la persecución contra el docente.

En entrevista con Bogotá Atea, Miguel Trujillo reveló las dificultades que un profesor ateo debe enfrentar en una sociedad que teme someter al escrutinio de la razón las creencias más arraigadas y el desprecio al que puede ser sometido una persona que enseña a pensar y no a creer ciegamente. Bogotá Atea en cumplimiento de su objeto social también dirigió derechos de petición al colegio y a la Secretaría de Educación departamental solicitando información y una atención preeminente ante la gravedad de los hechos.

A finales del 2017 a través de este mismo medio puse en conocimiento la historia de dos jóvenes de la I.E. San Francisco de Sales (otro nombre curioso para una institución pública) de la ciudad de Cúcuta que denunciaron ser víctimas de adoctrinamiento católico en su institución porque a pesar de ser ateos debían participar en actividades religiosas propias del credo católico y soportar el constante proselitismo religioso en una institución de carácter público.

Ante la proliferación de este tipo de denuncias solo hay una solución, y la solución no es dar la razón a quienes son la mayoría ni tampoco dar la razón a quienes conforman una minoría solo por el hecho de ser minoría. La solución radica en la laicidad que debe imperar en las instituciones del Estado que son pagadas con los impuestos de todos los ciudadanos colombianos. Creer o no creer es cuestión individual, pero la laicidad es deber y obligación de todas las instituciones públicas principalmente los colegios donde son formadas las personas que el día de mañana serán congresistas, alcaldes, gobernadores o concejales que deben saber diferenciar el ateísmo del satanismo para evitar pifias del calibre de las que se aprecian en el video base de esta denuncia. Los profesores deben promover el laicismo de manera activa como garantía de la libertad de culto y conciencia de los alumnos que tienen derecho a conocer todas las expresiones religiosas y su impacto en la sociedad de una manera objetiva y sin proselitismo a un solo credo.

Hago un llamado a profesores y estudiantes a denunciar este tipo de casos y llamo especialmente a los ateos que sé que son muchos entre los jóvenes a que salgan del armario y se den a conocer en la sociedad y especialmente en cada colegio donde estén estudiando. Entre más visibles seamos es menos probable que seamos pisoteados por quienes creen que sus creencias particulares se pueden imponer arbitrariamente.


Adenda

En la misiva que el concejo de Lebrija dirige a la Secretaría de Educación y a la gobernación se hace mención a un curioso caso de una persona aparentemente menor de edad que el ver la circular usada por el profesor que contiene referencias al satanismo, entra en una supuesta crisis que hace necesaria la atención médica y psicológica de esa persona sin que hasta la fecha se haya podido recuperar. Cabe preguntarnos si esos hechos tienen relación a que se les haya dicho a los niños que existe una variante religiosa que se llama satanismo o más bien a las ideas del catolicismo de esa persona y al constante bombardeo y adoctrinamiento cristiano y no precisamente al documento usado por el profesor. Personalmente espero que la Secretaría de Educación y los entes estatales con capacidad de decisión en este caso ignoren los relatos usados de manera capciosa para justificar una evidente persecución y actúen de manera contundente contra los instigadores de la situación denunciada.

La suspicacia me surge debido a que dicha situación fue denunciada ante el concejo municipal por una mujer que funge como representante del menor de edad que supuestamente tuvo una posesión demoníaca causada por el documento usado por el profesor en una de sus clases, y la víctima de la supuesta posesión repetía constantemente una alusión al “seis seis” que hace referencia al número de la bestia en la mitología bíblica. En el documento usado por el profesor no había ninguna referencia a ese número pero dicho signo sí es popular en el folclor cristiano, lo cual deja entrever que la exposición del menor de edad a esa idea se dio por otro medio posiblemente en su propio hogar o en la iglesia máxime cuando la misma denunciante manifiesta que llevó al menor afectado ante un sacerdote de Bucaramanga y no ante un profesional de la salud especializado en asuntos de salud mental.

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