
El problema mormón de Romney
No tengo una idea clara de si el pastor Robert Jeffress, un ministro evangélico de Texas, está correcto al referirse a la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Último Día, más coloquialmente conocida como los mormones, como un "culto". Es verdad que al parecer hay uno o dos puntos similares. Los mormones tienen un líder supremo, conocido como el profeta o el presidente, cuya palabra supuestamente es suprema. Pueden recibir la orden de dar la espalda y aislar a cualesquiera miembros que muestren señales de no cumplir las normas. Tienen pequeñas prácticas características, como la ya famosa ropa interior, para marcar su diferencia de otros mortales, y se dice que son altamente disciplinados y restringidos en lo referente a sexo, alcohol, nicotina y café. Se dice también que es más difícil salirse de la iglesia que unirse a ella. Al parecer se aprecian los donativos y diezmos cuantiosos por parte de los miembros.
Si esto los califica como culto, o simplemente como una más de las sectas cristianas típicamente estadunidenses, no estoy seguro. En cualquier caso, lo que más me interesa es el extraño y siniestro sistema de creencias de los Santos del Último Día (SUD), cuya discusión esa iglesia trata de inhibir clamando que las críticas contra el mormonismo equivalen a intolerancia.
Para dar algunos ejemplos. El fundador de la iglesia, un Joseph Smith, era un fraude y nigromante ampliamente conocido por las autoridades del estado de Nueva York. Aseguraba que se le habían mostrado algunas placas de oro en las que estaba inscrita una nueva revelación en un lenguaje desconocido. A continuación se autodesignó como único traductor de este lenguaje. (La historia completa es relatada en la biografía de Fawn M. Brodie "No Man Knows My History" ("Ningún hombre conoce mi historia"). Al parecer podemos añadir las iglesias a las salchichas y las leyes, como un fenómeno que no es agradable contemplar cuando están en la etapa de su creación. Edmund Wilson escribió que era enormemente inquietante ver a Brodie cuando exponía una religión que era una visión de artificio puro.
En sus posteriores incursiones en tierras desconocidas, para desempeñar el papel de Moisés ante sus seguidores (a los que les permitía e incluso alentaba a practicar el matrimonio plural, para que produjeran más pequeños mormones), Smith anunció también que deseaba ser conocido como el Profeta Mahoma de América del Norte, con el aterrador lema: "Joseph Smith o la Espada". Declaró la guerra contra sus compatriotas, y también contra el gobierno federal. Uno pensaría que bastaba con esto para que se elevaran algunas cejas en la Iglesia batista local...
Como resultado de algunos puntos de vista favorables a la esclavitud en los tiempos de la Guerra Civil, y también por una "biblia" propia que se refería a la gente de color como una creación especial, pero inferior, la Iglesia Mormona no admitió afroamericanos al sacerdocio hasta 1978, lo cual es tan tarde -dada la sinceridad de la "revelación que tuvieron que experimentar"- que hace dudar seriamente de la sinceridad de su cambio de opinión.
Más recientemente, y muy extrañamente, se ha atrapado a los mormones amasando grandes archivos de los muertos, y regularmente "orando para atraerlos" como adherentes de los SUD, para así "bautizar" retrospectivamente a todos como conversos. "(En esto, el libro relevante es "The Mountain of Names" ("La montaña de nombres"), de Alex Shoumatoff. En una montaña que ha sido ahuecada en el estado que es reducto de los mormones, Utah, hay una colosal base de datos reunida con este fin. Ahora bien, yo no tengo objeción alguna si los mormones desean incluir a sus antepasados en esta salvación póstuma. Pero también echaron mano a una lista de aquellos asesinados como parte de la Solución Final de los nazis, y en fecha más o menos reciente empezaron a convertir también a esos judíos en miembros honorarios de SUD. De hecho, cuando esta práctica fue descubierta, la iglesia inicialmente resistió los esfuerzos para hacerla cesar. Sea o no cosa de culto o de secta, sin duda, fue extremadamente carente de tacto: un crudo intento de robo masivo de identidad a los muertos.
La primera vez que visite Salt Lake City, en 1970, la librería de la Sociedad John Birch, de extrema derecha, casi era un parte del Tabernáculo. Ezra Taft Benson, que posteriormente sería presidente de la iglesia, era miembro del consejo directivo de 12 Apóstoles -y buscaba su aprobación- cuando fue parte del Gabinete de Eisenhower durante ocho años. Era, si no miembro de la Sociedad John Birch, un vigoroso partidario de ella. Su panfleto, "Derechos Civiles, herramienta del engaño comunista" se recuerda claramente. Ésta fue la tierra que nutrió al autor conservador Cleon Skousen y los otros elementos paranoides que finalmente incubaron a Glenn Beck. Yo sólo quiero dejar en claro que la iglesia mormona tiene un historial claramente politizado, y está en una posición muy débil cuando se plantean preguntas políticas sus líderes que surgen directamente de su membresía.
Mitt Romney, quien elogió a Skousen en fecha tan reciente como 2007, hasta ahora ha evadido la mayoría de las preguntas actuando como si estuviera siendo sometido a una prueba religiosa para un puesto público. Ha sido apoyado en esto por algunos tipos blandos que piensan que cualquier rechazo de un "grupo de fe" es, ipso facto, prueba de alguna forma de prejuicio. Lo siento, pero no es cierto. Yo no creo que quiera votar por un miembro de la Cientología o por un moonie para ocupar un alto puesto público. O de hecho por cualquier puesto, y creo que los intentos de silenciar las críticas de tales grupos son la evidencia real de prejuicio. Las aguas están turbias, por supuesto, por el hecho de que el primer ataque contra Romney provino del pastor Jeffress -un hombre que es, a su vez, un clérigo bocón, que explota la religión con fines políticos y con el fin de conseguir partidarios para Rick Perry. Éste es el tipo de batista sureño que, en las palabras de un cuarteto antiguo:
Nosotros somos los puros y los elegidos
Y todos los demás están malditos
Hay espacio suficiente en el infierno para ti
No queremos que el Paraíso esté atestado
Como señalé hace unas semanas, Perry no sólo ha aceptado a Jesucristo como su salvador personal, sino que además ha expresado su opinión de que aquellos que no se unan a él se encaminan a la maldición eterna. Ha tratado de revisar y extender su segundo juego de declaraciones, pero no por mucho. Y cree en vírgenes que dan a luz milagrosamente, serpientes que hablan, cadáveres ambulantes y otras cosas que siento claramente extrañas y de culto. El hecho es que lo que tenemos aquí es un choque entre dos formas discrepantes de Cristiandad, en lo cual el buen pastor no está en un terreno muy alto y en el que los Santos del Último Día, a menos que mientan, están entre las iglesias de crecimiento más rápido en Estados Unidos.
Aparentemente los mormones creen que Jesús regresará en Missouri más que en el Armagedón: no desearía apostar en la probabilidad de cualquiera de ambas opciones. En el intervalo, sin embargo, tenemos pleno derecho a preguntar a Mitt Romney acerca de las fuerzas que influyeron en su formación política y -dado que viene de una dinastía de su iglesia, y que pasó buena parte de su infancia y adultez primero como misionero y luego como alto funcionario lego- es de suponerse que la influencia no es pequeña. A menos que tenga éxito en su triste plan de pedir prestado del libro de juegos del molesto Michael Dukakis, otro gobernador de Massachusetts que se postuló para presidente, y trate de hacer de estas elecciones algo acerca de "competencia y no ideología", se le debería pedir que se defendiera y se explicara, y su membresía voluntaria en uno de los grupos egregios que operan en suelo estadunidense.
¿Y usted qué opina?